Comentario sobre Paisaje con figuras y animales. (Tit. Ant.: Un pastor, cuatro ovejas, una vaca y un perro)
Provenientes del legado de Adriano E. Rossi, estas obras (inventario n°
2322 y
2503) integraon el grupo con el cual se inauguró el Museo Nacional de Bellas Artes en 1895, ubicado entonces en el edificio conocido como Bon Marché de la calle Florida. En el catálogo topográfico que Eduardo Schiaffino redactó describiendo las obras de la incipiente colección, aparecen mencionadas en la Sala IV bajo los números 31 y 32 como atribuidas a Philipp Peter Roos.
La producción de este artista, que estuvo dedicada casi exclusivamente a la representación de animales, incluye algunas obras que pueden ser comparadas con las que integran este par tanto por la resolución del tema principal de animales y personajes así como por los elementos que aparecen integrando el paisaje. En la década de 1690 se produce un cambio en sus pinturas que puede verse en las dimensiones mayores de las obras así como en el tratamiento de los temas. El paisaje comienza a ocupar un papel más importante que el que había jugado hasta entonces y de ser casi solamente un complemento en la temática que se explota, cubre ahora una superficie mayor en la obra y muestra más detalles en su composición. En muchos casos se plantea como una faja que muestra un amplio panorama rico en motivos pintorescos como son las ruinas que se recortan contra el cielo o algunoas accidentes de la montaña que ya aparecían en su producción anterior.
Esto puede verse en el caso de nuestro inventario n°
2322, donde el paisaje montañoso y accidentado del fondo, pautado con grandes peñascos y la vista de un borgo pintoresco con torres, se recotta contra el cielo con nubes que cubre sólo una angosta banda en la parte superior. Trabajando en distintos tonos de ocres, tierras y verdes plomizos contrasta con las figuras maś claras del primer plano. Se asientan en la escena componiendo un friso que se inicia con el tronco de un árbola a la derecha y continúa con la figura de la joven pastora que sentada en una roca se comunica con un niño pastor para cerrarse hacia la izquierda con el grupo de animales en reposo, formado por varias cabras, entre ellas una amamantando, y un toro.
Desde un punto de vista, esta obra puede vincularse con
Cabra, vaca y perros con figura femenina (1) que apareció en el mercado de arte de Roma en 1989, pintura que por sus generosas dimensiones sin duda corresponde a aquellas que el artista realizó en la última década del siglo. En ella encontramos también un paisaje extendido cuya resolución es similar al nuestro y esto se repite con la figura femenina cuyo tipo comparte. Asimismo debemos anotar que en la obra mencionada aparece también el tema del pequeño animal mamando, motivo que Roos no representó frecuentemente. La cabra con su cabrito puede verse igualmente en una pintura que se conserva en la Walkers Art Gallery de Liverpool (2) y también en
Ovejas y Cabras en un paisaje, que apareció en el mercado de arte de Munich (3).
La otra obra,
inventario n° 2503 muestra un pastor con sus animales, complementando la figura femenina que vemos en la pintura compañera. Presenta una composición idéntica a ella y muestra un panorama en el que también aparecen algunas ruinas, si bien ahora forma una faja más angosta dando mayor espacio al cielo. Este presenta ahora, hacia la derecha grandes formaciones de nubes, algunas oscuras como de tormenta, otras plenamente iluminadas por los rayos del sol. En el primer plano se ve el pastor con sus animales que, agrupados hacia la zona central de la obra, miran al observador. La composición puede ser comparada con
Pastor con animales (4) con la que guarda gran afinidad. Allí vemos un paisaje montañoso que a la izquierda muestra una ruina en la que se destaca, como en nuestro caso, un arco que se recorta contra el cielo donde aparecen zonas más claras y nubes con luces que destacan sus formas redondeadas. También vemos un pastor con el torso descubierto, rodeado por sus animales que muestran poses típicas de las soluciones de Roos.
Debemos señalar, sin embargo, que si bien temáticamente estas obras se corresponden con otras del artista, llama la atención su formato reducido frente a aquellas que, como hemos señalado, el artista realizó en la década de 1690 utilizando generalmente dimensiones mayores. Asimismo nuestras obras presentan una ejecución ruda en las que el refinamiento que hemos visto en otras pinturas de este artista no está presente. Es posible que esto pueda deberse al estado de conservación de las mismas, que han sido reenteladas y cuya superficie ha sufrido desprendimientos de la capa pictórica en ciertos sectores, así como el aplastamiento de la materia, algo que es muy importante en un artista que utiliza el impasto como lo hizo Roos. Por ello pensamos que, a pesar de las afinidades que hemos señalado, debemos por ahora mantenerlas como "atribuidas" a este artista.
por Ángel M. Navarro
(1) Óleo sobre tela, 165 x 236 cm, Finarte, 21 de noviembre de 1989, lote n° 212. Por sus dimensiones esta obra podría haber sido realizada en la década del 90.
(2) Foto en RKD, n° 22726 E.
(3) Tela, 42,3 x 69 cm. Neumeister, 1-2 de julio de 1981, lote n° 726.
(4) Tela, 168 x 239 cm, venta Sotheby's, Londres, 5 de abril de 1995, lote n° 172.