Comentario sobre Alrededores de París
Ramón Silva formó parte de un círculo de jóvenes artistas que reivindicaban la figura de Martín Malharro, entre ellos, Carlos Giambiagi y Walter de Navazio. En algunos de ellos pesaba la innovación formal heredera del post-impresionismo, en otros las posiciones ideológicas cercanas al anarquismo. Todos habían recibido el impacto de las exposiciones de Malharro de la primera década del siglo que señalaban la posibilidad de una pintura que, sin renegar los motivos nacionales, superase el naturalismo dominante.
Silva asomó como el más independiente de esta nueva camada de artistas que debía actuar bajo el nuevo contexto normativo de la Academia y del Salón anual, probablemente lo fue porque partió a París en 1911, con la beca Europa obtenida justo el año de la muerte de su maestro, y regresó recién en 1915. Su fallecimiento temprano por tuberculosis –con apenas 29 años– cerró su producción cuando iniciaba una transformación sostenida en los valores plásticos puros. A su regreso, la crítica negativa a su exposición en las salas de la Comisión Nacional de Bellas Artes se prolongó en el rechazo en el Salón de Acuarelistas de 1916 y 1917. Sin embargo, en el Salón Nacional de 1915 fue adquirida
Otoño (inv. 5733, MNBA), una pintura de los jardines parisinos del Luxemburgo, estilísticamente más conservadora que obras como
El pavo azul (inv. 8345, MNBA) o
Bosque de 1912 (inv. 1693, MNBA). Los paisajes de los alrededores de París fueron una constante temática mitigada gracias a las estadías en Córdoba, obligadas por la enfermedad, que lo impulsaron hacia una representación nacional. Si Walter de Navazio –también signado por la muerte temprana– recorrió el camino de los paisajes en armonía tonal, Silva intentó radicalizar su pintura desde la empatía con la naturaleza y el cromatismo, a veces contrastante, alejado de cualquier referencia mimética. Fernán Félix de Amador, en su presentación para la muestra póstuma de Witcomb, percibió con claridad tanto la sensibilidad panteísta, el concepto simbólico de la naturaleza como el aislamiento inconformista del artista.
Alrededores de París es una obra de transición, conserva aún los ecos del último Malharro y el nuevo manejo del color de la etapa parisina, un período tan exploratorio que incluye tanto óleos con mucha materia, como el excepcional
Bosque, como acuarelas de trazos rápidos dedicados a vistas del Sena (inv. 6484 e inv. 8346, MNBA).
Alrededores de París presenta una estructura simple regida por el color, aplicado con pinceladas de técnica diversa, en sectores de forma homogénea constituyendo planos, en otros por yuxtaposición o superposición, a fin de cuentas supeditado a la actuación de la luz sobre los objetos y a la sensibilidad del artista ante el paisaje.
Alrededores de París señala el cansancio hacia el naturalismo y las búsquedas lumínicas pero aún no ha logrado la transformación radical que su obra presagiaba, aunque ya está presente “la independencia de los medios plásticos” defendida por el artista. La realidad era un mero punto de partida. Así, esta pintura señala una de las posibilidades abiertas por Malharro en su última exposición:
Einfühlung desde el color.
El texto escrito por Silva para su exposición en Witcomb de 1917 tiene aún plena vigencia programática: “Autodidacta como la mayoría que nos hemos formado en esta época individualista, guié no obstante mi esfuerzo al encuentro de un espíritu colectivo”. Silva fue, probablemente, en vida y obra el último artista bohemio con pintura innovadora antes de la profesionalización modernizadora de la década siguiente encabezada por Emilio Pettoruti.
por Roberto Amigo
Bibliografía
1980. GARCÍA MARTÍNEZ, José, Silva. Pintores argentinos del siglo XX. Buenos Aires, CEAL, no 2, reprod. color no 3.