Comentario sobre Météore
En este objeto se encierra el encuentro de dos mujeres singulares de la cultura argentina, la artista Alicia Penalba y la cineasta María Luisa Bemberg (1922-1995), ambas con una fuerte filiación con Francia. Penalba desarrolló en París lo principal de su obra, desde su radicación en esa ciudad en 1948. En la misma época la futura cineasta vivió allí, durante el primer peronismo. Bemberg fue heredera de una tradición de coleccionismo europeo (1), sin embargo optó por formar una colección de la modernidad rioplatense.
Al adquirir
Météore se integraba a una trama visual donde los volúmenes de Penalba se relacionan con
La dama en el café de Rafael Barradas (inv. 10665),
Troncos de Xul Solar (inv. 10683),
Orgía de Emilio Pettoruti (inv. 10682) y
Catedral constructiva de Joaquín Torres García (inv. 10690). Penalba cerraba, como último eslabón, la continuidad temporal de una modernidad regional en diálogo fecundo con las vanguardias europeas.
Météore es una obra tardía relacionada con las
Ailée, serie iniciada en los años sesenta, cuya horizontalidad se contrapuso a la verticalidad totémica de su obra previa (2).
Météore señala una de las constantes constructivas de Penalba, podemos seguir la línea desde
Grande ailée, ejecutada entre 1960-1963,
Viento de 1970,
Ventisquero de 1973 y
Cascada de 1976 hasta llegar, por otras piezas menores, a la escultura del Museo. Esta línea es la búsqueda de la solución al problema de la simetría presente desde
Grand totem de 1955 y en las distintas versiones del
Grand double, en estas últimas rompe la estructura vertical central de los tótems para convertirla en vacío. Es el paso conceptual que conduce hacia la dinamización del espacio desde las propias masas orgánicas –ahora horizontales– unidas en un leve punto de contacto, que no sugiere fragilidad sino un equilibrio rítmico.
Una simple relación entre los títulos permite comprender la referencia poética a los fenómenos de la naturaleza. Su formación con Ossip Zadkine le dejó como legado la concepción espacial del cubismo, que fue modificando hasta alcanzar un lenguaje propio; cuyo reconocimiento se consolidó con el Premio Internacional en la VI Bienal de San Pablo de 1961. Este proceso de llegar a un lenguaje abstracto personal había asumido una posición radical con la destrucción de su obra figurativa anterior en 1951; acto coincidente con la instalación de su taller en el suburbio parisino de Montrouge, donde entre 1952 y 1966 realizó lo más sustantivo de su obra. Es interesante consignar que conservó una escultura en mármol,
Diosa fértil: es, tal vez, el mensaje de que en su obra abstracta debemos buscar el Eros.
por Roberto Amigo
1— El MNBA conserva, donado por María Luisa Bemberg en 1985, un óleo de Sisley (inv. 8716) proveniente del legado paterno.
2— Véase: Penalba, cat. exp. Paris, Musée d’art moderne de la Ville de Paris, 1977; Tomás Alva Negri, Alicia Penalba. Buenos Aires, Gaglianone, 1986 y Patricia Pacino, “La niña y la hechicera” en: Alicia Penalba. Obras de su atelier. París-Pietrasanta, cat. exp. Buenos Aires, Daniel Maman Fine Art, 2002.