Comentario sobre Desde mi estudio
Desde mi estudio señala aspectos clave en la producción de Lacámera. Entre ellos, sobresalen el valor otorgado a la adquisición del oficio aplicado a la observación minuciosa del entorno cotidiano y la sedimentación de los motivos plásticos que lo identificarían hasta el final de su vida con el barrio de La Boca. A su vez, estos datos se enmarcan en un momento preciso de la trayectoria del artista, de afianzamiento profesional y consagración en el ámbito artístico de Buenos Aires.
Hijo de inmigrantes genoveses, Lacámera vivió y nutrió su pintura en los avatares del suburbio boquense, donde compartió la misma casa que sirvió de taller a Victorica y Quinquela Martín. Entre las diversas miradas que compusieron el paisaje del barrio, aquel privilegió naturalezas muertas e interiores.
Desde mi estudio apeló, una vez más, a las posibilidades expresivas de la ventana abierta al exterior como medio de comunicación entre el adentro y el afuera. Mediante un lenguaje depurado, la atención puesta en la construcción del espacio y el impacto de la luz, el artista ponía en contacto un recorte de la ribera con el
atelier. Los reflejos en el vidrio multiplican la visión del entorno portuario, mientras que el espejo devuelve otro ángulo del ámbito interior, despojado como el resto de la escena.
Entre la quietud y el silencio, Lacámera recreaba el mismo clima que lo había vinculado desde fines de los años 20 con las preocupaciones de la pintura italiana y el realismo mágico alemán (1). Esta vez, el camino recorrido sería distinguido con el Premio Estímulo de Bellas Artes en el XXVIII Salón Nacional y luego con el ingreso de esta pieza al MNBA en 1940. Para entonces inauguraba una nueva línea de acción con la creación de Gente de Artes y Letras Impulso, cuya sede inicial ocupó aquellos mismos rincones que observaba
Desde mi estudio. Dirigida por el artista junto a un pequeño grupo de pintores y escritores locales, la agrupación hundía sus raíces en la tradición asociacionista del barrio y las ideas anarquistas que propugnaban la difusión popular del arte.
por Talía Bermejo
1— María Teresa Constantin, “Todo lo sólido se petrifica en la pintura o la re-formulación de la modernidad en Guttero, Cúnsolo y Lacámera” en: Diana B. Wechsler (coord.), Desde la otra vereda. Momentos en el debate por un arte moderno en la Argentina (1880-1960). Buenos Aires, Ediciones del Jilguero/CAIA, 1998, p. 157-178.
Bibliografía
1970. PAYRÓ, Julio E., Fortunato Lacamera: Exposicion homenaje, cat. exp. Buenos Aires, Galería Feldman.
1980. AA.VV., Lacamera. Pintores argentinos del siglo XX. Buenos Aires, CEAL, no 9, reprod. color no 5.
[2000]. CONSTANTIN, María Teresa, “Italia en la nebbia. La Boca como residencia” en: Diana B. Wechsler (coord.), Italia en el horizonte de las artes plasticas. Argentina, siglos XIX y XX. Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, p. 191-219, reprod. color no 8.
2003. WECHSLER, Diana B., “Da una estetica del silenzio a una silenziosa declamazione. Incontri e appropriazioni di una tradizione nelle metropoli del Rio de la Plata” en: AA.VV., Novecento sudamericano. Relazioni artistiche tra Italia e Argentina, Brasile, Uruguay, cat. exp. Milano, Skira, reprod. color p. 56.
2009. CONSTANTIN, María Teresa, Fortunato Lacamera. Itinerario hacia la esencialidad plastica (1887-1951). Buenos Aires, Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, reprod. byn p. 19.