Comentario sobre Guitarrista
En el espacio unitario de la pintura, que la forma ovalada del soporte torna aún más compacto, la composición se despliega en planos cromáticos netos dando vida a una imagen franca y articulada a la vez, fruto de las reflexiones del artista sobre la obra de su querido maestro Giovanni Fattori, a quien bastaban “pocos trazos, signos breves […] para revelar toda la religiosidad de un gesto, de un instante de vida, dando así un vuelo a la imaginación”; una simplicidad animada por una paleta “inagotable” y viva, “variada como la realidad de la que toma[ba] los infinitos aspectos sin detenerse en momentos preferidos especiales, para evitar así el falso estudio de la perfección” (1). En consonancia con la enseñanza de Fattori, Ghiglia aspiraba a una síntesis compleja de lo “real” que fuera más allá de las semblanzas de comprensión inmediata y fácil, en un intento por llegar al alma de las cosas, descomponiendo y recomponiendo los fragmentos de una realidad solo en apariencia banal y que él indagaba con una pincelada apremiante de toques pequeños y consistentes, a la manera de Cézanne, como también remitía a Cézanne su ardua investigación pictórica. Ya a comienzos del siglo XX el pintor había mirado a Fattori y a Cézanne con la intención de alcanzar un “clasicismo” moderno formal fundado en la renovación desde el interior de la gran tradición figurativa. Después de la Primera Guerra Mundial, cuando la Bienal de Venecia de 1920 y la romana de 1921 replantearon la actualidad de ambos artistas, Ghiglia, establecido en Florencia y nuevamente en contacto con Ugo Ojetti –que lo albergó en la posada de su propiedad en Salviatino hasta 1927–, halló en el crítico al interlocutor más idóneo para reafirmar esas concepciones estéticas. También el cuadro del MNBA, que tal vez recrea a la esposa de Ghiglia en la figura extendida en un sofá con una guitarra en la falda, habría sido realizado en Salviatino y ciertamente aprobado por Ojetti en razón de la coherencia de su definición formal unida al sentimiento de familiar intimidad que recorre la escena, si, como se deduce de un intercambio epistolar entre el pintor y su amigo Enrico Sacchetti, fue pintado en 1924. La fecha es absolutamente plausible teniendo en cuenta el análisis estilístico de la pintura y la comparación con otras obras realizadas ese año, como
Isa Ghiglia di spalle o
Piatto con arance. En la primavera del 24, Juan Rolleri estaba de vacaciones en Italia, en Santa Margherita Ligure. Rolleri era un rico porteño de origen italiano, amante del arte, a quien podría identificarse con el abogado, secretario del comité para la erección del monumento a Cristóbal Colón, que en la Exposición de Arte del Centenario de 1910 adquirió un grabado de Carlo Cressini (2). En estas vacaciones lo acompañaba Sacchetti, famoso ilustrador y caricaturista toscano que entre 1907 y 1911 había vivido en Buenos Aires donde, además de colaborar con
El Diario, había trabajado como diseñador de afiches: suyo es, por ejemplo, el manifiesto para el Torero Angelito realizado en 1909 (3). Desde Santa Margherita, Sacchetti le escribió a Ghiglia solicitando que le mandara el cuadro que Rolleri le pedía en vano desde hacía tiempo. Enfadado por no haber satisfecho todavía el deseo del coleccionista que, por otra parte, ya se lo había pagado, el pintor respondió asegurando con frases bromistas, en las que se percibía sin embargo su malestar por no haber cumplido con el compromiso hacia una persona de “paciencia y bondad angelical”, alegando que “me pondré a trabajar de inmediato para Rolleri”, y que no una, sino dos obras partirían lo antes posible para Sudamérica (4).
Es probable que Ghiglia cumpliese esta vez la promesa, ya que a fines de agosto de 1926 Rolleri solicitaba al artista un nuevo cuadro dándole la libertad de elegir tanto el tema como el precio (5). La obra debía quizá sustituir la pintura
Mujer con guitarra donada por el coleccionista argentino al MNBA ese mismo año.
por Silvestra Bietoletti
1— Oscar Ghiglia, “Intorno alla pittura di Giovanni Fattori” en: L’opera di Giovanni Fattori. Firenze, Self, 1913, p. 11.
2— “All’esposizione. I Primi acquisti alle Belle Arti”, La Patria degli Italiani, Buenos Aires, 24 de julio de 1910, p. 9.
3— Caterina Zappia, Enrico Sacchetti. Ritratti, moda, illustrazioni, cat. exp. Legnano, Editma, 1989, nº 188, p. 124.
4— Paolo Stefani, Oscar Ghiglia e il suo tempo. Firenze, Vallecchi, 1985, p. 257- 260, cartas nº 184, 185.
5— Ibidem, p. 278, carta nº 199.