Comentario sobre Burano addormentata (Burano dormida)
“No amo el arte que reproduce [la naturaleza] en forma demasiado objetiva; por el contrario, estoy convencido de que solo es una obra excelente aquella que, a través de la sensibilidad del artista, la traduce con un estilo”, escribía Ferruccio Scattola presentando su propia obra en el catálogo de la Bienal de Venecia de 1910, en el ámbito de la cual tenía adjudicada una sala individual. En un intento por comunicar el fundamento de su inspiración, continuaba: “la naturaleza me atrae en todas sus formas, generándome una continua agitación” (1).
Luego del éxito obtenido en Venecia, donde expuso paisajes y vistas de Umbría y de Toscana, Nino Barbantini publicó ese mismo año un pequeño libro sobre el artista. Sin detenerse banalmente en los datos biográficos, trataba de reconstruir el recorrido artístico de Scattola desde su formación autodidacta; el Premio Fumagalli obtenido en la exposición en el Palazzo della Permanente de Milán en 1894 con
Interno di San Marco; el viaje a Oriente, valiosa cantera de temas pictóricos y punto de partida de obras como
Caffè a Costantinopoli o
I ricchi, expuestos en la II Bienal de Venecia en 1897, hasta su actividad más reciente. Barbantini señalaba la madurez expresiva alcanzada por el artista, dueño de una técnica experta al punto de “destruir la materia y volverla aérea”, pero sobre todo capaz de transmitir en sus pinturas rurales “una atmósfera espiritual” que las “transforma” e “ilumina” animándolas de “un espíritu interior” (2).
De las numerosas visiones de paisajes urbanos representadas por Scattola,
Burano addormentata –
Burano di notte, como la llama Barbantini– era la que, más que ninguna otra, demostraba la propensión del artista a sugerir conmovedoras analogías entre las vistas y los estados de ánimo, con “ese singular silencio de las islas, donde el agua de la laguna pronuncia alguna sílaba arcana, siente algún leve suspiro en el sueño” (3). Una visión que evoca indeterminaciones oníricas sugeridas por el recorrido delicado –casi trémulo– de la pincelada desintegrada, por la tonalidad crepuscular de la gama cromática, capaz de traer a la mente las imágenes impregnadas de silencio suspendido de Munch, de Arosenius, de Hammershoj, y de otros pintores nórdicos presentados, desde fines del siglo XIX, en las Bienales de Venecia y en las páginas de
Emporium por el infatigable Vittorio Pica.
Las ideas sobre el arte propugnadas por Scattola en el catálogo de la IX Bienal de Venecia concordaban plenamente con las concepciones estéticas de Ugo Ojetti, defensor convencido de que el deber principal de un artista consistía en organizar –guiado por la inteligencia y la voluntad– la emoción recibida de la naturaleza en una imagen que la superase (4). Con palabras de sincera aprobación, el crítico presentó al pintor en ocasión de la muestra de Ferruccio Stefani en Buenos Aires en 1911, subrayando con coherencia el método de trabajo de Scattola, capaz “de capturar todos los rasgos característicos de una región, para recibir de la vista de una plaza, de una calle, de un monumento, la mayor cantidad posible de sensaciones y emociones”, con el fin de “recuperar, cuando lleva a su fin la obra en el estudio, ese estado febril de inspiración y conmoción que es su mérito” y que él sabía expresar con tanta poesía gracias al meditadísimo “equilibrio entre claros y oscuros, entre cielo y tierra”, a través de “la unidad y la armonía de la luz” (5).
En ocasión de esa muestra, justamente, organizada en los salones de la galería Witcomb de la calle Florida, el cuadro fue adquirido por la Comisión Nacional de Bellas Artes para las colecciones del MNBA.
por Silvestra Bietoletti
1— Ferruccio Scattola en: IX Esposizione Internazionale d’Arte della Città di Venezia. Catalogo. Venezia, 1910, p. 121.
2— Nino Barbantini, 1910, p. 12.
3— Ibidem, p. 21.
4— Para un análisis minucioso del pensamiento crítico de Ojetti, véase: Giovanna De Lorenzi, Ugo Ojetti critico d’arte. Firenze, Le Lettere, 2007.
5— Ugo Ojetti, Ferruccio Stefani. Catalogo dell’esposizione di opere del pittore Ferruccio Scattola. Milano, 1911, p. 10, 12.
Bibliografía
1910. BARBANTINI, Nino, Ferruccio Scattola pittore di paesaggi. Venezia, Istituto Veneto di Arti Grafiche, p. 12, reprod. byn.