Comentario sobre La partida
La exposición de Ramón y Valentín de Zubiaurre en Buenos Aires contó con el aval de un prólogo de José Ortega y Gasset (1). Ambos hermanos eran nombres habituales en las exposiciones de arte español, en particular desde la Exposición de Arte del Centenario de 1910. Su obra había sido discutida eruditamente desde la revista
Augusta por Margarita Nelken, como ejemplo de un primitivismo singular (2). El término primitivismo es una constante en la crítica de esos años, usado más o menos superficialmente, pero en este caso se tornaba ideal para relacionarlo con los regionalismos, de cuya sumatoria resultaba el “arte español” de entreguerras. Además de
La partida, donada por los residentes vascos, ingresó una obra de Valentín de Zubiaurre,
Versolaris (inv. 2600, MNBA): una multitud de campesinos escuchando a sus poetas.
Los motivos predilectos de Ramón fueron las escenas de pescadores. En el caso de esta pintura, con el característico aislamiento de las figuras, representa a los dos marineros centrales, con sus camisas amarillo y naranja, dominando la composición: mientras que uno levanta el brazo en un grito de adiós, el otro mira al espectador con las manos en sus bolsillos, resignado, ambas sombras se reflejan coloreadas sobre la vela; otros cuatro marineros forman un medio círculo que rodea a los dos centrales tras las redes ordenadas sobre la cubierta. En primer plano pasan dos ancianos, bustos de la raza, el hombre fumando en pipa y la mujer estrujando un pañuelo. A la derecha una mujer extiende sus brazos para que el niño de meses de edad sea besado por el rudo padre. Otro marinero expresa la fuerza de la tarea con su boca abierta a la derecha. Al fondo a la izquierda, en el espacio triangular que deja el velamen, las embarcaciones ya zarpadas son formas geométricas. En primer plano, bien claro el nombre de la que aún no ha partido, cuya traducción refiere a la bienvenida.
Es probable que el artista haya tenido en cuenta la estructura de las cofradías de pescadores, en las cuales convivían tradicionalmente los propietarios y los trabajadores; así las figuras centrales serían entonces los dueños, y aquellos que están realizando ya las tareas de a bordo, simples pescadores y aprendices. Por otra parte, la pintura apunta a señalar el simbolismo de las tres edades y de la raza, en el triángulo inferior derecho, con las dos figuras femeninas como base. Sin duda, la pintura tiene un contenido alegórico que la aleja de la mera representación realista, para intentar dar cuenta de una imagen mítica del “ser vasco”. También una idea de tiempo continuo, tanto en la elección representativa de las figuras en sus diversas edades –un asunto reiterado en su pintura–, como en la clave del nombre de la embarcación que apela a un espacio de sociabilidad común.
Los vínculos de la pintura de los Zubiaurre con el nacionalismo vasco no serían tanto una expresión plástica de las ideas de Sebastián Arana, sino un producto de raíz literaria, es decir, más cercano a Pío Baroja que a una posición política clara, ya que ninguno de los hermanos asumió alguna de las ideologías en pugna durante la guerra civil (3). Aunque, luego, obtuvieron reconocimiento bajo el franquismo.
Viejos pescadores de Ondarroa (inv. 2177, MNBA), con el encanto del pueblo como fondo, indica la alta consideración sobre el artista que existía entre los porteños ya que esta obra suya fue adquirida en 1926, cuando Ramón de Zubiaurre regresó a exponer en Witcomb. Era un interés compartido, antes de salir de España el artista confesó en una entrevista que el aplauso obtenido en 1920 lo obligó a un esfuerzo excepcional: todo lo pintado desde entonces tenía como meta Buenos Aires.
por Roberto Amigo
1— José Ortega y Gasset, “Ramón y Valentín de Zubiaurre” en: Exposición de pintura de Ramón y Valentín de Zubiaurre, cat. exp. Buenos Aires, Salón Witcomb [Madrid, Rafael Caro Raggio, 1920]. 2— Margarita Nelken, “Los hermanos Zubiaurre”, Augusta. Revista de arte, Buenos Aires, vol. 2, nº 9, febrero de 1919, p. 51 y ss. Véase: Marco Sibelius, “Ramón y Valentín de Zubiaurre: su estética del primitivismo”, Augusta. Revista de arte, Buenos Aires, vol. 5, nº 29, octubre de 1920, p. 145-151.
3— Para el contenido alegórico y la lectura nacionalista de la pintura de los Zubiaurre, véase: Carlos Martínez Gorriarán e Imanol Aguirre Arriaga, Estética de la diferencia: el arte vasco y el problema de la identidad, 1882-1966. Irún, Galería Altxerri, Alberdania, 1995, p. 63 y ss., p. 89 y ss.
Bibliografía
1997. FERNÁNDEZ GARCÍA, Ana María, Catalogo de pintura espanola en Buenos Aires. Oviedo/Buenos Aires, Universidad de Oviedo/FFyL-UBA, no 721.