Les Vieilles Histoires
Toulouse Lautrec, Henri.
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 2710
Obra Exhibida
Sala 14. Impresionismo y Postimpresionismo
En 1885, con apenas veintiún años, en busca de independencia y deseoso de escapar del severo control paterno, Henri de Toulouse-Lautrec (1) abandonó el sur de Francia para ir a París. Se estableció en el barrio de Montmartre (2) con su amigo René Grenier. La integración en la vida de la butte no fue simple; contribuyeron a su inserción sus amigos, entre ellos François Gauzi, compañero de estudios en el atelier de Ferdinand Cormon.
En estrecho contacto con Van Gogh, Vallotton, Bonnard, Lautrec participó plenamente del clima artístico parisino, que en ese tiempo buscaba en varios sentidos la superación del impresionismo, y orientó sus indagaciones hacia una pintura adherida a la realidad que, a través de la estilización formal, fijara los tipos psicológicamente característicos. Participante desencantado del ambiente de Montmartre –cafés-concert, prostíbulos, salas de baile, teatros–, en sus cuadros y en los numerosos bocetos tomados de la realidad Lautrec trazó toda la intimidad y la tristeza de ese submundo humano. Fundamental en ese ambiente fue el encuentro con una mujer que, antes que una seguidilla de modelos y amantes, entró en su vida y en su obra. Se trata de Marie-Clémentine Valade (3), más famosa por el nombre de Suzanne Valadon, que prestó sus rasgos a algunos de los “tipos femeninos” más conocidos de Lautrec (4). Marie-Clémentine era una jovencita sin medios materiales ni culturales, nacida en 1865, de madre modista y padre desconocido. Se aventuró en la actividad circense como acróbata, pero una caída la obligó a desistir; probó otros trabajos humildes hasta que decidió ofrecerse como modelo artística. Comenzó a ser solicitada por los mejores pintores de la época, el primero de todos Puvis de Chavannes, que fue durante cierto período también su amante. Siguieron Renoir, Manet, Gauguin; a todos regaló su belleza, de todos tomó algo. Apasionada por el dibujo, durante las sesiones de pose la joven modelo observaba a los maestros trabajando; muy pronto todos, particularmente Lautrec (5), la alentaron a seguir su pasión. Fue él quien le sugirió el nombre artístico de Suzanne Valadon, porque como la Susana bíblica, Marie estaba rodeada de “viejos ávidos”. Con este retrato titulado Madame Valadon, artiste peintre, Lautrec ratifica el rol de pintora que había asumido Marie (6).
Toulouse-Lautrec solía pasar del taller al aire libre. Sus pinturas a cielo abierto constituyeron una etapa que le permitió adaptar estilística y temáticamente ciertos valores adquiridos de la pintura en plein air, no tanto en la línea de los estudios lumínicos de los impresionistas sino en una búsqueda de mayor libertad. En esta pintura Suzanne está sentada, representada frontalmente, por delante de un paisaje otoñal. Se trata muy probablemente del jardín del viejo Forest, un terreno dedicado al tiro con arco, situado en la esquina del boulevard de Clichy y la rue Caulaincourt, a pocos pasos del atelier del artista, donde Lautrec realizó distintos retratos femeninos (Justine Dieuhl, 1891, Musée d’Orsay, París). Su cuerpo está delimitado por un contorno negro bien marcado –reminiscencia del ejemplo de Degas, por quien Lautrec sentía real veneración– dentro del cual, sin embargo, los volúmenes parecen llenados sumariamente por amplios trazos de color, cuya porosidad es exaltada por la textura de la tela sin preparación. El rostro de la modelo se recorta contra un conjunto de planos cromáticos que han perdido la rigidez y el rigor del contemporáneo Retrato de Jeanne Wenz (1886, The Art Institute of Chicago), testimoniando ya la gran maestría y la verdadera ductilidad de pincelada adquirida por el artista. El fondo, una armonía de amarillos, beiges y marrones, confundidos en toques diluidos, arroja una suerte de velo azulado sobre el cuerpo de la mujer, suavizando la expresión firme del personaje. El retrato femenino suele ser un compromiso entre la elegancia y el realismo a partir de la observación directa. Los artistas mundanos tienen como única preocupación realzar la belleza y la condición social de la modelo. Un artista en boga en la época, como por ejemplo Giovanni Boldini, daba a sus modelos un aspecto lo más semejante y halagador posible. Lautrec, en cambio, más lúcido, como Van Gogh, fue a lo esencial gracias a una manera descriptiva sobria y directa, escapando a la tentación de “embellecer”. El hecho de disponer de una renta familiar le permitía eludir las obligaciones de los retratos “alimentarios” –los realizados para vivir todo el mes– y seguir solamente su fantasía; son raros, de hecho, los retratos realizados por el artista en razón de algún encargo célebre (por ejemplo, Madame de Gortzikoff ) (7). La obra de Buenos Aires debe relacionarse con un retrato de asunto análogo, conservado en la Ny Carlsberg Glyptotek de Copenhague (1886-1887). La modelo posó además para la famosa tela La buveuse o La gueule de bois (1889, Harvard Fogg Art Museum, Cambridge; el dibujo, de 1887-1888, se conserva en el Musée Toulouse-Lautrec, Albi), escena social de depravación y miseria (8).
1— Sobre la vida de Lautrec, cf. U. Felbinger, Henri de Toulouse-Lautrec: sa vie et son oeuvre. Köln, Könemann, 2000; A. Simon, Toulouse-Lautrec: biographie. Tournai, La Renaissance du Livre, 1998. 2— Sobre la influencia de Montmartre en la obra de Lautrec, cf. R. Thomson; P. D. Cate y M. Weaver Chapin (dir.), Toulouse-Lautrec and Montmartre, cat. exp. Washington, National Gallery of Art, 2005; F. Maubert, Le Paris de Lautrec. Paris, Assouline, 2004; P. Vabanne, Henri de Toulouse-Lautrec: le peintre de la vie moderne. Paris, Terrail, 2003.
3— Cf. T. Diamand Rosinsk, Suzanne Valadon. Paris, Flammarion, 2005.
4— El retrato femenino figura entre los temas más recurrentes de la obra de Lautrec. Sobre este asunto, véase: Le donne di Toulouse-Lautrec, cat. exp. Milano, Mazzotta, 2001.
5— Degas, que fue mentor y amigo de Valadon y uno de los primeros en adquirir sus dibujos, los calificó de “malos y blandos” y definió a la artista como “la terrible Marie”.
6— Sobre la actividad artística de Valadon, madre del pintor Maurice Utrillo, véase: M. Restellini (dir.), Valadon-Utrillo: au tournant du siècle à Montmartre: de l’impressionnisme à l’École de Paris, cat. exp. Paris, Pinacothèque de Paris, 2009; Alexandra Charvier et al., Utrillo, Valadon, Utter: 12 rue Cortot: un atelier, trois artistes. Sannois, Musée Utrillo-Valadon, 2008.
7— Toulouse Lautrec, cat. exp. Paris, Réunion des musées nationaux, 1992, p. 133.
8— Para un recorrido por toda la obra de Toulouse-Lautrec, cf. M. G. Dortu, Toulouse-Lautrec et son oeuvre. New York, Collectors Editions, 1971, vol. 1-4.
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