Comentario sobre Cupido y La Parca
Si bien la fama de Gustave Doré se cimentó en su extensa y celebrada producción como ilustrador de grandes obras de la literatura mundial (la Biblia,
Don Quijote de la Mancha y la
Divina Comedia) también incursionó en la pintura y en la escultura. Sus primeros ensayos en esta última datan de comienzos de la década de 1870. Sin embargo, su debut oficial como escultor fue la presentación de
Cupido y la Parca en el Salón de París de 1877. Esta obra, un yeso de gran tamaño (230 cm de altura), generó mucha expectativa y fue recibida con asombro y admiración por el público. En cambio la crítica, sin dejar de elogiar el sorprendente oficio del artista, no se mostró entusiasmada con ella.
El tema del amor en forma de Cupido, casi siempre relacionado con la muerte, es recurrente en la producción escultórica de Gustave Doré que expresa, al igual que el resto de su producción, su compleja sensibilidad romántica. Este tema aparece también en
Vénus couchée avec l’Amour,
L’Amour triomphant de la Mort y
Amour et têtes de Mort (1).
En esta obra Cupido aparece junto a una Parca, otro personaje mitológico. Las Parcas, versión latina de las Moiras griegas, regían el destino de hombres y dioses. En Grecia se las representaba como ancianas hilanderas cuyo hilo era la vida de los individuos. Tradicionalmente eran tres, Cloto hilaba el destino de los hombres, Láquesis lo distribuía y Átropos lo cortaba. Vemos a Cupido atrapado en el hilo de su propio destino y la Parca sujeta ese hilo con su mano izquierda, dispuesta a cortarlo.
Esta obra ha dado lugar a diversas interpretaciones. Hay quienes ven en la figura de Cupido la representación del amor fatal que entrega sus víctimas a la Parca. Según Annie Renonciat “la Parca Átropos […] se dispone a cortar el hilo de la vida, simbolizado por la joven belleza del Amor, cuyo carcaj ya está por tierra” (2). Para Samuel F. Clapp “psíquicamente Doré no superó la etapa infantil. Su libido quedó fijada en su madre […]”, y su arte “es el producto de su propio conflicto psíquico, de la lucha encarnizada por llegar a ser él mismo, por vivir” (3). Es por esto que en esta escultura Clapp ve que “el Destino con los rasgos de la mujer-madre corta el hilo de los días del adolescente Eros”. María José Herrera, por su parte, sugirió que “con su filosa tijera, Átropos, se dispone a interrumpir el hilo de la vida de Amor. A un costado yace el carcaj repleto de flechas que éste no podrá volver a utilizar para encender de pasión los corazones” (4). Quizás la última palabra haya que concedérsela al mismo Doré quien, cuando se habló de colocar este grupo en la tumba de Alfred de Musset, dijo entre otras cosas: “Esa muerte a la cual Amor disputa algunos pies de su dominio es algo más que la Muerte, es la edad, es la vejez, es la belleza eclipsada y el tiempo de las ilusiones perdidas”.
En esta obra se ve claramente la intención de Doré de desacralizar la iconografía de la
Maiestas Vergini. La disposición de los personajes nos remite a las Vírgenes en Majestad, frontales, con expresión hierática, sentadas en un trono, con el Niño Jesús en sus rodillas. Por otra parte la decrepitud y el gesto adusto de la Parca contrastan fuertemente con la juventud y la frescura de Cupido. Al sustituir a María por la Parca y a Cupido por el Niño Jesús, revierte con gran intensidad expresiva el mensaje cristiano de vida eterna. Observemos además que la elección de la terracota para este ejemplar, un material cálido y frágil, enfatiza la fugacidad y fragilidad del ser humano, subrayadas por la presencia de un reloj de arena a los pies de Cupido.
por Adriana van Deurs
1— Estas obras se encuentran en el Musée d’Art Moderne de Estrasburgo, en el Museum of Art, Rhode Island School of Design, Providence, y en colección particular, respectivamente.
2— Annie Renonciat, La vie et l’oeuvre de Gustave Doré. Paris, ACR Edition Internationale, 1983, p. 268.
3— “Voyage au pays des mythes” en: Gustave Doré. Strasbourg, Musée d’Art Moderne, 1983, p. 25-40.
4— María José Herrera, “La Parca y Amor, Cupido y la Parca” en: AA.VV., Rodin en Buenos Aires. Buenos Aires, Fundación Antorchas/MNBA, 2001, p. 118.
Bibliografía
1896. R. J. C. [Rafael J. Contell], “La galería Guerrico”, La Ilustración Sud-Americana, Buenos Aires, a. 4, nº 90, 16 de septiembre, p. 391-394.
2006. VAN DEURS, Adriana y Marcelo Renard, “Gustave Doré, escultor, en el Museo Nacional de Bellas Artes” en: VI Jornadas del Instituto de Teoría e Historia del Arte Julio E. Payró, Buenos Aires, FFyL-UBA, CD-Rom.