
Cabeza de niño
Rosso, Medardo.
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 3609
Obra Exhibida
Sala 21. Arte argentino siglo XIX
El busto pertenece a una serie de obras consagradas a la temática de la infancia realizadas por Medardo Rosso entre 1892 y 1893 (Bimbo malato, 1889; Bambina che ride, 1889; Bimbo ebreo, 1892; Bambino davanti alle cucine economiche, 1893). También denominada Impression d’enfant o Efecto de niño (1), esta cara de niño con rasgos regordetes apenas esbozados que surgen de una masa informe tiene ya los elementos característicos del estilo de Rosso. Ante todo una visión “pictórica” que privilegia un punto de vista fijo y único (la parte de atrás de la obra solo está someramente esbozada), la intervención de una luz adecuada para que las formas se vuelvan legibles y, por último, un modelado mórbido y vibrante, resultado del uso de un material particular –la cera– en el cual se modeló el bronce. Esto da como resultado una imagen fugitiva, velada, del rostro de un niño envuelto en una atmósfera luminosa.
Sin dudas se trata de un retrato, aunque hasta hoy se ignora la identidad del modelo (a diferencia del Niño judío, realizado el mismo año, para el cual Rosso habría usado como modelo al pequeño barón Oscar Ruben Rothschild, o según estudios más recientes, a uno de los hijos de una pareja judía de nacionalidad inglesa, los Keyzer, ligados a Rosso por una sólida amistad) (2). La obra, coetánea del Niño judío, denota una afinidad en el tema, aunque se diferencia por la importancia otorgada a la esencia sintética del busto, completamente fusionado a la cabeza. Esta obra manifiesta de manera clara la búsqueda tridimensional de la fusión entre la figura y el ambiente perseguida por el escultor. Movilizado por la aplicación de los efectos pictóricos en la escultura, Rosso utiliza un modelado vibrante, sin contornos precisos, logrado a través de la yuxtaposición de volúmenes cóncavos y convexos. La imprecisión de las formas, la impetuosa espontaneidad de la ejecución, el efecto de non finito, emparentan la búsqueda de Rosso con la que Rodin llevaba a cabo más o menos durante los mismos años y que culminaría en 1898 con la definición de su Balzac (3). En realidad, la influencia fue recíproca, pero en París, en contacto con el naciente post-impresionismo de los nabis y de Paul Gauguin, la escultura de Rosso se convierte cada vez más en impresión y vibración luminosa de un instante, fragmento de vida en la continuidad del espacio. Sus formas, privadas de volumen, se resquebrajan y se desmaterializan, mientras sus rostros se transforman en “emociones que afloran” en las cuales la imagen se esfuma hasta disolverse en el juego deslumbrante de la luz y la sombra, acentuadas por el uso del yeso y la cera. “Quiero que la materia sea olvidada”, escribe Rosso, “nada es material en el espacio. No somos más que juegos de la luz”.
Estilísticamente próxima al Bambino davanti alle cucine economiche de 1893, Cabeza de niño parece precederla ubicándose en los primeros años de la década del 90 (1890-1892). La fecha 1892 aparece en el catálogo de la Prima mostra italiana dell’Impressionismo, que tuvo lugar en Florencia en 1910. La obra se remonta entonces al período parisino del artista (1889- 1897) (4), etapa de intensa actividad y de plena madurez que revela ya el alcance revolucionario de su obra (reconocida primeramente por los futuristas italianos), liberada del espíritu del Renacimiento y de los cánones de la escultura clásica. A partir de estos años el artista realizó una serie de esculturas que, retomando temas inspirados en instantes de la vida contemporánea (a menudo tomados en plein air, en consonancia con el impresionismo), le permitieron seguir su búsqueda sobre la percepción inmediata de la realidad, iniciada en los años transcurridos en Milán. Este itinerario alcanzó su éxito más maduro con las obras que señalan la puesta a punto de un lenguaje escultórico profundamente innovador, que supera la forma cerrada de la estatua para registrar, en la materia vibrante bajo la luz y los influjos atmosféricos, la interacción entre el sujeto y el ambiente, de una manera extremadamente sintética.
Al presentar esta obra en la Exposición Universal de París de 1900 con el título Au soleil, Impression d’enfant, el artista reafirmaba su poética de impresionismo escultórico, basada en el concepto de la luz como substancia vivificante de la obra de arte. “La luz es la verdadera esencia de nuestra vida” –escribe Rosso– “una obra que no esté en relación con la luz, no tiene motivos para existir. Sin luz, carece de utilidad y de espacialidad” (5).
De esta obra son notables el yeso original en el Museo Medardo Rosso de Barzio, el bronce en la Galleria d’Arte Moderna de Turín (6), la cera en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma (7), presentada en la sala dedicada a Rosso en la Esposizione Quadriennale di Roma de 1931, donada el mismo año por el hijo del artista Francesco, y numerosas ceras de colecciones privadas.
Un ejemplar en cera fue adquirido en 1923 por la Comisión Nacional de Bellas Artes a la galería Witcomb. De este molde se ejecutaron posteriormente un modelo en yeso (8) y uno en bronce, mandados a fundir en la Fundición Radaelli y Gemelli de Buenos Aires.
1— Luciano Caramel (dir.), Medardo Rosso. Le origini della scultura moderna, cat. exp. Genève, Skira, 2004, p. 150.
2— Cf. Giovanni Lista, Medardo Rosso. Scultura e fotografia. Milano, 5 Continents, 2003, p. 102, 265.
3— Sobre la polémica Rosso-Rodin, véase: Lista, op. cit., p. 132-133.
4— El primer viaje de Rosso a París fue en 1884.
5— Texto citado por Paola Mola Kirchmayr en: Mostra di Medardo Rosso. Milano, Società per le Belle Arti ed Esposizione Permanente, 1979, p. 68.
6— Cf. Rosanna Maggio Serra, L’Ottocento. Catalogo delle opere esposte. Milano, Fabbri, 1993, p. 351.
7— Cf. Elena Di Majo y Matteo Lafranconi (dir.), Galleria Nazionale d’Arte Moderna. Le collezioni. Il XIX secolo. Milano, Electa, 2006, nº 14.23, p. 322.
8— El yeso fue probablemente ejecutado antes de 1936, fecha en la cual fue prestado al Museo de Bellas Artes de Córdoba. Cf. Van Deurs y Renard, 2001, p. 73.
1950. BORGHI, Mino, Medardo Rosso. Milano, Edizione del Milione, reprod. byn nº 30-31 (Niño al sol).
2001. VAN DEURS, Adriana y Marcelo Renard, La escultura italiana del Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 72-75, 109, reprod. color. p. 75.
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