Comentario sobre Timor panico (Arreando caballos)
Hijo del pintor inglés Charles, radicado en Roma desde la década de 1830 y dedicado al paisaje del Lazio, iniciador de la llamada
Scuola della Campagna Romana de la que participaron Nino Costa y George Heming Mason, Enrico Coleman comenzó a pintar escenas ambientadas en la Maremma romana desde fines de la década de 1870. Privilegió aquellas que tenían como protagonistas a arrieros y caballos, de las cuales el cuadro porteño es un excelente testimonio. Presentado en la exposición romana de 1883 –la primera organizada en la ciudad después de haber sido elegida capital de Italia y por lo tanto cargada de significados tendientes a lograr una identidad nacional– el cuadro que representa una “manada de caballos asustados por el ferrocarril”, fue juzgado por el crítico Luigi Bellinzoni como una auténtica obra maestra “deslumbrante por su espíritu y su luz” (1).
Sobre el estilo de Coleman, por entonces joven y en búsqueda de una expresión propia que lo distinguiera de su padre y maestro Charles, el autor del artículo apreciaba particularmente “la verosimilitud de observación por la fuerza del claroscuro, por la frescura tan espiritual de los toques” (2). Las mismas dotes fueron resaltadas por Nino Costa, según el cual no era posible “comprender al caballo, ni mostrarlo con tanta vida, brío y nervios” como Coleman lo había hecho, al punto de sorprender al animal “en todos sus movimientos, en todos los accidentes, desde la vibración de la luz […] hasta el pelaje mojado por el sudor y cubierto de polvo” (3). Costa, sin embargo, lamentaba que semejante sensibilidad expresiva no se correspondiera con una habilidad para reproducir la atmósfera, no resuelta de modo naturalista: el azul del cielo era artificioso, sin esfumados, sus traspasos luminosos eran inapropiados para resolver la relación de “los primeros planos con el fondo” (4).
Pero lo que más disgustaba a Nino Costa era que el cuadro testimoniaba cómo el joven Coleman se había alejado de las enseñanzas paternas para acoger sin reservas las entonaciones típicas de la pintura de Mariano Fortuny, todavía muy apreciado en Roma.
Ya no eran más la “sobriedad” y el “misterio” armoniosos de las vistas de la campiña romana, pintadas por Charles, lo que distinguía la escena plena de impetuosa vitalidad de
Timor panico, sino más bien un jugoso cromatismo y una técnica destacada por la pincelada vibrante de luz, fruto de reflexiones personales sobre modelos fortunianos, o más genéricamente sobre otros “hispanonapolitanos”.
En pocos años Enrico –que en 1886 entró a formar parte del grupo romano “In Arte Libertas” nacido bajo el influjo de Nino Costa– encontraría un tono pictórico y narrativo más mesurado como lo atestiguan las numerosas acuarelas, técnica que practicaba con extraordinaria competencia, que reproducían temas de la Maremma y orquídeas, de las que era un refinado conocedor. Y como si hubiera escuchado el consejo de Costa que lo exhortaba a meditar con ánimo religioso la obra paterna (5), el artista volvió a pintar paisajes plenos de una poesía delicada y suspendida. Un ejemplo lo constituye la vista de la campiña de Nemi al anochecer, con la hoz de la luna reflejada en las aguas inmóviles del lago, de la desgarradora
Speculum Dianae (Galleria Comunale d’Arte Moderna e Contemporanea, Roma).
Timor panico entró a formar parte de las colecciones del Museo gracias al legado de Ángel Gallardo, que incluía también
Baños de mar de Vincenzo Caprile (inv. 5824),
Subiendo la cuesta de Reinaldo Giudici (inv. 2909) y dos obras de Severo Rodríguez Etchart:
El ramo (inv. 5823) y un retrato femenino de media figura (inv. 1857).
por Silvestra Bietoletti
1— Luigi Bellinzoni, Guida critica della Esposizione Artistica Internazionale di Roma con la pianta dell’esposizione. Roma, 1883, p. 74.
2— Ibidem.
3— Giovanni Costa, “Prima Esposizione Internazionale di Belle Arti in Roma, xiii parte”, Gazzetta d’Italia, Milano, 29 de mayo de 1883.
4— Ibidem.
5— Giovanni Costa, “Prima Esposizione Internazionale di Belle Arti in Roma, x parte”, Gazzetta d’Italia, Milano, 16 de abril de 1883.
Bibliografía
1883. BELLINZONI, Luigi, Guida critica dell’Esposizione Artistica Internazionale di Roma con la pianta dell’esposizione. Roma, p. 74. — COSTA, Giovanni, “Prima Esposizione Internazionale di Belle Arti in Roma, XIII parte”, Gazzeta d’Italia, 29 de mayo en: F. Dini y S. Frezzotti, Nino Costa e il paesaggio dell’anima: da Corot ai macchiaioli al simbolismo, cat. exp. Milano, Skira, 2009, p. 310-312.
1886. “Belle Arti-Timor panico, quadro di Enrico Coleman”, Illustrazione Italiana, Milano, a. 13, nº 2, p. 21-22.
1988. DI ROSA, Pier Andrea e Paolo Emilio Trastulli, I pittori Coleman. Roma, Studio Ottocento, 1988, p. 133-146, reprod. byn.