Comentario sobre Amén
En su elección plástica y estética, el escultor arriba a un resultado cómico pero, al mismo tiempo, conmovedor.
Amén es una figura humana sedente. Una monja muy longeva parece emerger del barro mediante un modelado que hace a la superficie rugosa y expresiva. Notoriamente distinto es el tratamiento que el artista eligió para las cuentas del rosario, que se destacan sobre el lateral derecho de la composición, fortaleciendo de este modo el atributo del personaje. El instante de agonía –del
agon entre la vida y la muerte del ser humano– es tomado como tema por el escultor, quien en esta obra trabaja al máximo las potencialidades de la sugestión en la constitución de las formas. Una reseña periodística publicada por
La Nación en 1905 comenta:
“[Mateo Alonso] Es maestro también en hacer adivinar primero, vislumbrar en seguida, ver después, formas y relieves y anatomías bajo el barro tosco, que parece no trabajado, como ocurre en el “Amén”, tras de cuya apariencia informe va advirtiéndose luego, el cuerpo doloroso y quebrantado de la criatura á cuya vida sólo falta la frase final, el último suspiro de resignación. Las manos de la vieja, aferradas a los brazos del sillón asumen á poco una amarga fuerza expresiva, pués se asen á la existencia que se escapa y no quieren abandona [sic], y sin embargo son apenas examinadas de cerca, un indefinido montoncito de arena. Esta curiosa y notable sugestión de la forma se nota en la mayor parte de los trabajos que hoy exhibe. Mateo Alonso, en suma, no defrauda las esperanzas que en él se cifraban, y los aficionados han de seguir disputándose sus espirituales esculturas. “Amén” ha sido adquirida por el Museo de Bellas Artes”.
Efectivamente, la pieza ingresó a la colección del museo en 1906, tras haber sido expuesta en el Salón de la Galería Castillo de 1905.
por Área de Investigación del MNBA