Comentario sobre Mujer mora
Esta pintura de Francisco Iturrino ha sido comparada con la obra de Henri Matisse, no solo desde los notorios argumentos formales y de asunto orientalista tardío, sino también desde un hecho fáctico: la relación sólida entre ambos artistas (1). Viajaron juntos por Tánger, luego de compartir estadías sevillanas, acompañados de James Wilson Morrice (1865- 1924) y Charles Camoin (1879- 1965) en 1911 y principios de 1912;
Mujer mora es uno de los resultados de esta experiencia estética común, iniciada en encuentros en el taller de Gustave Moreau.
Cruz Valdovinos ha propuesto que la modelo es la misma Zora retratada por Matisse, y afirma la ejemplaridad de
Mujer mora para marcar el paralelismo entre ambos artistas. La búsqueda de una pintura decorativa, que rompa con los criterios de representación naturalista, sin duda está bien lograda en esta pintura, al igual que el manejo del color, con sutilezas tonales y relaciones de gran sensibilidad visual entre los colores presentes en la túnica, el sofá y el fondo. La pintura se relaciona con las dos figuras de
Escena oriental del Musée de Grenoble, la composición del espacio es la misma, con el damero del piso fundiéndose con el fondo, y el color determina en ambas el ritmo visual desde sus vibraciones.
Iturrino es una de las figuras internacionales del arte español de principios de siglo, relacionado con las vanguardias europeas. Integró la modernización del fauvismo, pero conservando un lenguaje personal dentro de la común preocupación por el color y la ruptura del espacio naturalista. Sin embargo, esta modernidad plástica entraba en fusión con la tradición de tipos populares y figuras femeninas del arte español, con la carga erótica del orientalismo. Su obra, así, evitó tanto la solución simplemente decorativa como el nacionalismo regionalista de sus contemporáneos.
La obra adquirida en la polémica exposición de 1947, expresión cultural del acuerdo entre Franco y Perón, pasó entonces desapercibida: extrañaban las grandes ausencias de Picasso, Gris y Miró, mientras que impactaban las telas de Gutiérrez Solana, asociadas a la España Negra. Nada más contrastante con este tenebrismo que la obra de Iturrino. Muerto tempranamente, era solo el nombre de un precursor puesto en el catálogo, advertido solamente por algunos conocedores como Larco, de una exposición de posguerra. La virtuosa simpleza de Mujer mora no podía entonces obtener el reconocimiento merecido por una prensa beligerante: era la imagen de otra España, anterior a la ruina.
por Roberto Amigo
1— José Manuel Cruz Valdovinos, “Francisco Iturrino” en: Otros emigrantes. Pintura española del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, cat. exp. Madrid, Caja de Madrid, 1994, p. 148.
Bibliografía
1947. LARCO, J., “La exposición de arte español contemporáneo”, Lyra, Buenos Aires, a. 5, nº 49-50, septiembre-octubre, reprod. [s.p].
1964. LARCO, J., “De Goya al impresionismo” en: La pintura española moderna y contemporánea. Madrid, Castilla, p. 164 y 168.
1990. Matisse in Morocco. The Painting and Drawings, 1912-1913, cat. exp. Washington, National Gallery of Art, p. 258, fig. 129.
1997. FERNÁNDEZ GARCÍA, Ana María, Catálogo de pintura española en Buenos Aires. Buenos Aires/Oviedo, Universidad de Oviedo/FFyL-UBA, nº 307, p. 97.
2006. ARTUNDO, Patricia M. (org.), El arte español en la Argentina 1890-1960. Buenos Aires, Fundación Espigas, reprod. color p. 427.