Virgen María con Niño
Anónimo. Mediados del siglo XII
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 6816
Obra Exhibida
MNBA Neuquén
Este retrato de busto representa al último monarca de la Casa de Austria, Carlos II (1661-1700), hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria. Dada su endeble salud desde el nacimiento, el rey pasó a la historia con el sobrenombre de “El Hechizado”, el cual atribuía su débil estado físico y mental a maleficios y conjuros diabólicos. Al morir sin descendencia, con él se extinguió la rama española de los Habsburgo, dando comienzo a la Guerra de Sucesión. Largamente menospreciado, su reinado fue considerado como una época decadente. Sin embargo, en los últimos años la historiografía ha empezado a valorarlo con nuevas miradas, alejándose de la negativa imagen tradicional para buscar una visión más variada, rica y compleja de su época y de su persona.
En el retrato del Museo, el rey aparece representado con un traje negro, una gorguera blanca, el collar del Toisón de Oro sobre su pecho y su característica larga y abundante cabellera. La cabeza está girada hacia el espectador y pueden observarse sus singulares rasgos fisonómicos: la nariz alargada, el labio inferior descolgado y el acusado prognatismo.
Los Habsburgo convirtieron el traje negro y el Toisón de Oro en una marca de identidad de la Corona y, por lo tanto, en signos de autoridad y poder. Copiado por el resto de las cortes europeas, el gusto por el negro en el vestir estuvo asociado a virtudes como la sofisticación, la sobriedad y la distinción social. El cuadro del Museo sigue fielmente la representación de Carlos II como la imagen de majestad contenida y distanciada, de acuerdo con el canon adoptado por la Monarquía hispánica. De este modo, su atuendo oscuro no sólo lo identifica como rey, sino que es también una metáfora visual del poder y la grandeza de su dinastía.
Carlos II exhibe el collar de la Orden del Toisón de Oro, insignia que suele aparecer en los retratos monárquicos de los Austrias. Fundada como una prestigiosa y elitista orden militar de caballería en 1429 por Felipe el Bueno, duque de Borgoña y conde de
Flandes, fue mucho más que una simple institución civil. Se trató, ante todo, de una alianza estratégica que pretendía estrechar los lazos con la nobleza y defender los valores cristianos, alcanzando una dimensión política aún mayor desde el siglo XVI, cuando los reyes de la Corona española tomaron su control. Como se observa en el retrato, el collar se compone de eslabones entrelazados que dibujan una letra B de Borgoña, y piedras centelleantes inflamadas de fuego con esmalte azul y rayos rojos. (1)
La inclusión de este elemento en el cuadro tiene una gran relevancia simbólica pues el Toisón, al igual que el color negro, era un emblema familiar distintivo de la Corona. Al hacerse representar con el collar, Carlos II se muestra como el soberano de la orden de caballería más poderosa de su tiempo, como un defensor de la religión católica y como heredero legítimo de su dinastía.
Los colores oscuros del traje y del fondo contrastan con el blanco del cuello, los cabellos del monarca y su tez y, asimismo, realzan el collar dorado del Toisón en un sofisticado efecto cromático que busca destacar visualmente los símbolos de prestigio y de realeza. Al mismo tiempo, los elementos representados y la composición pictórica le brindan a la obra un carácter sobrio y austero, propio del retrato español barroco.
Respecto de la atribución de la obra, consigna María Cristina Serventi que ingresó al Museo por donación de Jean Neger en 1950 como Retrato de Felipe IV y estaba inicialmente atribuida a Diego Velázquez (1599-1660).
Posteriormente, Juan Antonio Gaya Nuño lo identificó como un retrato de Carlos II y lo atribuyó a Juan Carreño de Miranda (1614-1685), y de esta forma aparece también en el estudio de Jesús Barettini.
Para Alfonso Pérez Sánchez se trataría de una obra realizada por un pintor anónimo madrileño de alrededor de 1700 relacionado con el círculo de Luca Giordano, mientras que en investigaciones recientes Álvaro Pascual Chenel considera que la obra tiene bastante similitud con otro retrato del monarca, de mano de Giordano, que se encuentra en el monasterio del Escorial, en España.
(1) El habitual remate con un cordero que cuelga, tan característico de esta pieza, no se ve en la imagen debido al encuadre optado por el artista.
1958. GAYA NUÑO, Juan Antonio, La pintura española fuera de España. Madrid, Nº 544, p.130.
1972. BARETTINI FERNÁNDEZ, Jesús, Juan Carreño. Pintor de Cámara de Carlos II. Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, Ministerio de Relaciones Exteriores, p. 24, rep. p. 168.
1985. PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso, Juan Carreño de Miranda (1614-1685). Ayuntamiento de Avilés, p. 218.
2003. SERVENTI, María Cristina, Pintura española (Siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, Nº 28, pp. 116-119, rep. p. 116.
2010. PASCUAL CHENEL, Álvaro, El retrato de Estado durante el reinado de Carlos II. Imagen y propaganda. Madrid, Fundación Universitaria Española, p. 426, rep. p. 426.
2013. MÍNGUEZ, Víctor, La invención de Carlos II. Apoteosis simbólica de la casa de Austria. Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica.
Obras relacionadas
Un vasto panorama de arte argentino, con obras de sus mayores representantes
Ver Colección ›Explorá las obras maestras de todos los tiempos en exposición y guarda
Ver Colección ›