Comentario sobre La ciclista
En el contexto de la producción de Óscar Domínguez,
Ciclista es una obra de singular importancia: en ella se manifiesta ese “expresionismo” de raíz picassiana reconocido por sus contemporáneos y por el mismo artista. Y, al tiempo que es índice de su acercamiento a Picasso, lo es también de su ruptura con el grupo surrealista ortodoxo liderado por André Breton. Los años de la inmediata posguerra lo mostraron, además, desplegando una intensa actividad sea en exposiciones individuales o en colectivas; en estas últimas, expuso junto al grupo de artistas españoles residentes en París. Entre ellos –además de Picasso– Francisco Bores, Antoni Clavé, Ginés Parra, Joaquín Peinado, Pedro Flores y Hernando Viñes. El año 1946 lo vio participar también de la exposición
Arte de la España republicana: artistas españoles de la Escuela de París, realizada en Praga (1). Estas son, de alguna manera, las coordenadas básicas para pensar la presencia de
Ciclista en el acervo del MNBA.
Sin embargo, parece importante siquiera mencionar que la relación de Domínguez con la Argentina incluyó a algunos nombres clave del campo cultural local: Ernesto Sábato, Aldo Pellegrini y Enrique Molina. Y si en el caso del primero, su amistad con el tenerifeño está suficientemente documentada (2), en el caso de los segundos solo quedan algunos rastros que de ninguna manera son suficientes a la hora de reconstruir las vías de encuentro. Lo único que podemos afirmar es que el puente entre unos y otros fue el surrealismo en tanto, aun separado del grupo, los aportes de Domínguez a él seguían siendo reconocidos y los argentinos eran conscientes de ello.
La vía de ingreso de la obra de Óscar Domínguez en el mercado de arte local estuvo dada por Luis D. Álvarez, dueño de la nueva galería Velázquez, inaugurada en 1949. Fue él quien por primera vez expuso un conjunto de once de sus pinturas, entre las que se contaba
Ciclista; se trató de una exposición –
7 pintores españoles en París– gestionada directamente por el galerista en la capital francesa a comienzos de 1951. Además del tenerifeño, estaban representados los artistas con los que este se había visto ligado una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial: Flores, Grau Sala, Palmeiro, Parra, Peinado y Viñes.
En este punto es importante señalar que Álvarez se había iniciado a fines de los años treinta en la galería Witcomb y que una década después contaba con una amplia experiencia que había adquirido organizando principalmente exposiciones de arte español del siglo XIX y ocupándose también de algunos de los remates organizados por Witcomb. Ya en su propia galería,
7 pintores españoles en París señaló la implementación de un programa más vasto y de una estrategia propia. Con ella, Álvarez buscó traer al mercado argentino otros nombres distintos de aquellos a los que el público de las galerías porteñas se había ido habituando durante más de cincuenta años de comercio ininterrumpido de firmas españolas.
Esa estrategia respondía también a la necesidad del mismo Álvarez de actualizarse en un medio en el que algunas voces reclamaban un cambio de orientación. Por eso, si al inaugurar su galería en 1949 había optado por lo seguro abriendo sus salas con obras de Francisco Pradilla, Darío de Regoyos, Joaquín Sorolla y Bastida, Valentín de Zubiaurre y con la única nota destacada de José Gutiérrez Solana, rápidamente comprendió que debería por lo menos intentar abrir un nuevo camino. En términos de estrategia comercial buscó entonces al grupo de artistas que contaban con una actividad destacada en París.
Cuando poco después de cerrada la exposición Álvarez ofreció en donación al MNBA una obra de cada uno de los artistas participantes en
7 pintores españoles en París lo hizo señalando que ellos se ubicaban en la primera fila del arte español y se encontraban entre los “que hoy sostienen los altos valores de la gloriosa plástica española”. Una simple aclaración que podría leerse en clave política. Estos siete pintores habían sido ya reconocidos en nuestro medio por no figurar en la
Exposición de arte español contemporáneo que llegó a Buenos Aires en 1947 en un momento marcado por las relaciones políticas entabladas por Francisco Franco y Juan D. Perón. Eran ellos quienes exiliados en París –al igual que otros en México, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Rusia, Santo Domingo, Chile, Perú y Venezuela– representaban “auténticamente al espíritu creador del pueblo español” (3).
¿Cuál es, en definitiva, la importancia de la donación Álvarez para la constitución del patrimonio del MNBA? En principio, ella señala un intento de actualización de un acervo que desde mediados de la década de 1930 se había visto enriquecido por el ingreso de varios legados, como por ejemplo el de Juana J. Blanco Casariego y Giráldez. Sin embargo, esos legados eran índice principalmente del coleccionismo de arte español tal como este se había ido definiendo durante las tres primeras décadas del siglo XX.
En lo que hace a los siete artistas de París, la donación adelantó un proceso que solo retomaría impulso a partir de fines de los años cincuenta. Y, en el caso de
Ciclista –pensada a partir de su referente picassiano– la línea abierta recién encontraría su resolución en términos de patrimonio del Museo en 1973 con la incorporación de
Mujer recostada (1931) de Picasso (inv. 7967), perteneciente a la colección del Instituto Torcuato Di Tella.
por Patricia M. Artundo
1— V. Guillermo de Osma, “Óscar Domínguez, su vida y su obra” en: Óscar Domínguez, surrealista. Madrid, Fundación Telefónica, 2001, p. 18-19.
2— Ernesto Sábato, “A propósito de Óscar Domínguez. 25 de julio de 1996”, Madrid, Amigos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1996.
3— [Luis Seoane], “La exposición de arte español contemporáneo” [1947], recogido en: Patricia M. Artundo (org.), El arte español en la Argentina 1890-1960. Buenos Aires, Fundación Espigas, 2006, p. 332.
Bibliografía
1964. LARRAIZA, R. M., La pintura española moderna y contemporánea. Repertorio gráfico. Madrid, Castilla, vol. 3, il. 375.
2001. ARTUNDO, Patricia M., “Presencia y ausencia de Óscar Domínguez en la Argentina” en: Óscar Domínguez, surrealista. Madrid, Fundación Telefónica, p. 52-59.
2006. AMIGO, Roberto, “El arte español en la Argentina, entre el mercado y la política” en: Patricia M. Artundo (org.), El arte español en la Argentina: 1890-1960. Buenos Aires, Fundación Espigas, p. 48-49, reprod. color p. 353 (La ciclista).