Comentario sobre Tapiz Millefleurs
Este tapiz, denominado
millefleurs por presentar un campo íntegramente recubierto por florecillas, presenta un marcado formato alargado. Este tipo peculiar de colgadura era denominado
spalliere o
dorsalia, se presentaba a modo de guardamalleta sobre un banco de respaldo bajo (1), y eran encargados habitualmente por nobles italianos y franceses. En este caso, la identificación de las armas que presenta permanece incierta, aunque inicialmente atribuidas a Gabriel Miro (1662-1514), noble francés de la corte real de Luis XII (2), estudios recientes indicarían que esos medallones ornamentados con guirnaldas estarían allí colocados para que se bordase la heráldica previamente tejida de cada escudo nobiliario en dicho lugar (3), aspecto que refuerza su producción para el mercado de exportación.
Este
millefleurs no ofrece la representación de una auténtica escena, como sucede en otros tapices. Repite el mismo patrón de pequeñas flores en registro animado por ciervos, conejos, zorros, aves e, incluso, se distingue un unicornio, animal legendario grato a la edad media, de habitual representación en el arte textil. Comúnmente se propone algún simbolismo oculto (como ocurre con las célebres series de
La dama y el unicornio conservada en el Musée de Cluny de París y
El unicornio en cautiverio en el The Metropolitan Museum of Art de Nueva York), pero los pequeños animales no tienen ningún significado especial sino que cumplen una función estrictamente decorativa. Al fondo se perfilan colinas, arboles y una arquitectura gótica de aldeas amuralladas con castillos y torres con agujas, dando lugar a una alta línea de horizonte donde predomina el verde y azul similar a las miniaturas de la época.
En su origen esta pieza ostentaba colores más brillantes; al tratarse de tintes orgánicos la degradación propia del paso del tiempo ha modificado parcialmente su colorido. La bordura presenta la sobria y estrecha cenefa propia de los tapices de la época, conservándose únicamente la superior.
Se desconoce la tejeduría o ciudad de procedencia por falta de marcas o emblemas de manufactura. No obstante, teniendo en cuenta la densidad y el espesor de los hilos, el color de los tintes y el tratamiento de su flora y fauna así como el de su arquitectura, es factible su atribución a los talleres de Brujas (4).
Los
millefleurs fueron populares durante el corto período de mediados del s. XV hasta principios del s. XVI. Sin embargo, la gran cantidad de paños que han sobrevivido en el tiempo, más la diferencia de calidad que existe entre unos y otros, permite suponer que este género de tapices se tejía en numerosos talleres de la época. Las ciudades flamencas de, entre otras, Brujas, Tournai, Oudenaarde y Bruselas y, en Francia, los liceros itinerantes de las orillas del Loire han sido desde sus comienzos los grandes centros de producción de esta clase de colgaduras, que suelen ser consideradas franco-flamencas ya que Flandes perteneció al reino de Francia hasta la conclusión del Tratado de Madrid en 1526.
La vida corta de este género se debe a la radical influencia que tuvo el encargo del Papa León X a Rafael, a principios del siglo XVI, para que ejecutase los cartones de la serie
Hechos de los Apóstoles. A partir de entonces, las planimétricas composiciones tardogóticas de los
millefleurs abandonarían sus aires medievales para acercarse cada vez más a un cuadro renacentista.
por Astrid Maulhardt.
1. Guy Delmarcel, Flemish Tapestry. Tielt, Belgium. Ed. Lannoo, 1999, p.170,181-182
2. El Museo de Bellas Artes de San Francisco conserva una pieza muy similar atribuida a los talleres de Brujas con el mismo escudo nobiliario. Véase Anna G. Bennett, Five Centuries of Tapestry from the Fine Arts Museums of San Francisco. Revised Edition, San Francisco, 1992, p.86.
3. Nello Forti Grazzini (comunicación personal por correo electrónico).
4. Agradezco la colaboración del Dr. Guy Delmarcel (Prof. Universidad de Lovaina, Bélgica).