Comentario sobre Atardecer
Desde que sus trabajos fueron exhibidos internacionalmente a mediados de los años cuarenta la obra de Jean Fautrier generó controversias entre críticos, coleccionistas y curadores de la abstracción de posguerra. Muchos europeos lo vieron como la representación extrema del poeta pintor, cuyo existencialismo daba cuenta del trauma de la posguerra. Nacido en París, en 1908, después de la muerte de su padre se trasladó con su madre a Inglaterra. Allí estudió en la Royal Academy de Londres y en la Slade School of Art. Inspirados en Turner y Chardin, sus trabajos tempranos se centran en figuras o naturalezas muertas. Después de alcanzar cierto éxito en las galerías de París, donde contó con el apoyo de André Malraux y Jean Paulhan, en 1934 se va con su mujer a los Alpes franceses donde se convierte en instructor de esquí y abre un club de jazz. Al comienzo de la guerra vuelve a París y retoma su carrera de pintor. En ese contexto su pintura se volvió más agresiva. En 1943 es arrestado y pronto liberado por la Gestapo, probablemente por la serie de dibujos eróticos que realiza para la novela de Georges Bataille
Madame Edwarda, publicada un año antes. Cuando lo liberan se instala en las afueras de París, cerca de uno de los bosques en que los nazis ejecutaban prisioneros. Fautrier vuelca este horror en la serie de los
Rehenes (Otages), que alude a rostros desesperados y que Malraux denominó “jeroglíficos del dolor”. Temiendo que su trabajo declinara en relación con lo que él llamaba el “gesto sagrado”, comienza, junto con estudiantes de la École des Beaux-Arts, a reproducir su propia obra y la de los artistas que admiraba, como Vlaminck, Picasso, Degas o Braque. Años antes que Warhol estableciera su “Factory”, él creaba su “laboratorio”. Esta serie, a la que denominó “originales múltiples” y que editaba en 300 ejemplares, afectó la valoración de su obra. Logró restablecerse unos años después con una serie de composiciones aparentemente abstractas en las que con superficies simples y efectos de luz remite a lo sublime como un estado de ruptura que solo puede alcanzarse a través de la experiencia de la pintura (1).
Atardecer pertenece a esta serie. En ella utiliza su característica técnica de
haute pâte, un proceso de capas de enduido mezclado con goma que da por resultado una superficie gruesa en la que aplica el pigmento que en este caso alude directamente al tema de la pintura. Si en los años de la guerra implementó esta técnica para desarrollar la serie de retratos de los
Rehenes, en los que sobre la textura colocaba pigmentos y metales y cuyas formas aludían a rostros deformados por el dolor, dando lugar a una abstracción que producía un tipo de repulsión (2), en esta serie logra la expresión de un estado de contemplación de la naturaleza que, si bien se basa en la realidad, apunta a representar una percepción interior. La obra se estructura con gruesas pinceladas de materia que se concentra, en forma horizontal, en la parte media de la composición. Fautrier interviene la textura con una línea enrulada que erosiona el material y el pigmento, dejando surgir el blanco de la materia. Toda la superficie se organiza a partir de tonos cálidos y altos; los amarillos más saturados se distribuyen en las áreas de mayor relieve. Tanto por el título como por la imagen, esta obra permite comprender el rechazo de Fautrier a que se lo considerase un artista abstracto, pionero del arte informal (junto a Dubuffet y Wols) o representante del
tachisme.
Su diferencia se basa fundamentalmente en el rechazo al centro de los argumentos del arte informal, tales como su anti-realismo y su oposición al idealismo de la geometría abstracta. Fautrier se rebelaba ante las descripciones de su trabajo que lo apartaban de sus preocupaciones miméticas: indicaba que su punto de partida era siempre la realidad (3).
por Andrea Giunta
1— David Ebony, “Jean Fautrier: Rapturous Texture”, Art in America, New York, septiembre de 2003, p. 94-97.
2— Serge Guilbaut, “Postwar Painting Games: the Rough and the Slick” en: Serge Guilbaut (ed.), Reconstructing Modernism in New York, Paris and Montreal 1945-1964. Cambridge, The Massachusetts Institute of Technology Press, 1990, p. 19.
3— Carol J. Murphy, “Re-Presenting the Real: Jean Paulhan and Jean Fautrier”, Yale French Studies, New Haven, Yale University Press, nº 106, 2004, p. 71-86.
Bibliografía
1962. Instituto Torcuato Di Tella 1960-1962, dos años y medio de actividad. Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, [s.p.].