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Burri, Alberto. 1954
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 7984
Obra No Exhibida
Nada podía hacer pensar, en principio, que Alberto Burri tendría una reconocida carrera como artista y que junto con Lucio Fontana y Piero Manzoni formaría el núcleo de artistas italianos de vanguardia durante los años de la posguerra (1).
Médico graduado en la Universidad de Perugia, es enviado como oficial médico al norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. En 1943 las fuerzas norteamericanas lo trasladan como prisionero al campo de Heresford, en Texas, donde comienza a pintar. Las primeras obras incluyen telas rotas y pintura roja que simula sangre. Cuando lo liberan, en 1946, se traslada a Roma donde expone en la galería Margherita. En 1948, en su segunda exposición en la misma galería, sus obras son completamente abstractas. Inicia un período de intensa experimentación con los materiales que desarrolla en varias series (Composizione, Catrame, Bianchi, Muffi, Sacchi, Sabbia, Gobbi, Combustioni, Legni). En 1959 comienza a hacer piezas de metal golpeado por detrás. Sus series culminan con Grande cretto (1980), un túmulo de concreto sobre las ruinas de Gibellina, pueblo siciliano destruido por un terremoto en 1966, que se asocia con el land art.
Las obras de Burri coordinan materiales de desecho, pintura, números, marcas. Las paletas en rojo y negro, junto a las texturas de los materiales remiten a la sangre, el fuego, las heridas, la violencia. Sus técnicas expresan una urgencia, son texturas brutales que buscan un efecto inmediato. El uso de materiales encontrados, que portan las marcas del tiempo, el deterioro, el abandono, influyó en la generación siguiente de artistas italianos cuya propuesta se conoce como arte povera. En 1953 Robert Rauschenberg y Cy Twombly visitaron su estudio. Se dice que su ejemplo impulsó a Rauschenberg a comenzar sus célebres Combines (2).
Combustione E.I. corresponde al período que inicia en 1956, cuando comienza a experimentar con el efecto del fuego sobre distintos materiales –arpilleras perforadas, polietileno o madera– (3). Corresponde al momento en el que su interés por los materiales naturales (arpillera, madera o metal) se amplía incorporando productos de la tecnología moderna (4). La acción del fuego no es un efecto que se integra a otros elementos, sino que remite al ejercicio directo del artista sobre la materia. La obra pertenece a una serie específica, en la que utiliza el papel quemado y luego entelado. En esta, como en casi todas las obras de Burri, el material se ordena en forma cercana a la ortogonalidad. El material quemado en distintas intensidades se adhiere al soporte craquelándose en diversos fragmentos en aquellas zonas en las que la acción del fuego fue más intensa. La obra, con fuertes contrastes de valores, nos conecta directamente con las sensaciones de laceración y destrucción. Al mismo tiempo, transmite una sensación de fragilidad y deterioro, no solo por lo que visualmente representa (fragmentos, cortes, desgarraduras, contrastes entre el papel consumido por el fuego), sino también por el riesgo de desprendimiento que logra comunicar. Guido Di Tella –quien adquirió la obra en 1960– estaba preocupado por su conservación. En una carta a Lionello Venturi expresaba: “El problema con esta pintura es que la parte quemada tiene la apariencia de que se va a caer. Estoy preocupado por la conservación de la obra. Estuve pensando si habría posibilidad de cambiarla por una más importante sin este problema y, por supuesto, agregando la diferencia… Como recordará, pagamos 2,000 dólares por la pintura de Burri en Inglaterra” (5). Lo cierto es que la pintura no tuvo desprendimientos y su conservación actual es buena.
La obra de Burri fue revisitada por los artistas argentinos, particularmente por Kenneth Kemble y Mario Pucciarelli, y en general por los informalistas. Este contacto puede incluso vincularse con los materiales de desecho que Berni incorporó en sus collages desde fines de los años cincuenta y que juegan un rol protagónico en las series de Juanito Laguna.
La pieza se introduce en la colección del Museo como una obra fundamental para comprender el arte europeo de posguerra en una de sus variantes informales. Una estética que se ha asociado al existencialismo e incluso al surrealismo, aun cuando Burri no aceptara estas filiaciones (6). El arte italiano siempre fue una influencia central para el arte argentino. El hecho de que Torcuato Di Tella eligiese al italiano Lionello Venturi como consejero de su colección y que Guido Di Tella, cuando fallece Venturi, seleccionase al italiano Giulio Carlo Argan, señala una clara línea de interés. La exposición de Burri organizada por el Instituto Torcuato Di Tella en el MNBA durante 1961 trajo a Buenos Aires un conjunto de originales que hasta ese momento los artistas argentinos habían asimilado, fundamentalmente, a partir de reproducciones. La influencia más directa de esta obra puede encontrarse en el gran tríptico de Pucciarelli (inv. 7844, MNBA), que ingresó a la colección en 1961 cuando obtuvo el Premio Di Tella. La exposición de Burri, tanto como la obra que integra la colección del MNBA, confirma el vínculo con la tradición pictórica italiana que puede sentirse en muchas salas del Museo. Al mismo tiempo, Combustione E.I., cuya materialidad remite inmediatamente a la destrucción, porta en su superficie los rastros de una guerra en la que, de distintas formas, participó el mundo.
1— Matthew Guy Nichols, “Alberto Burri. Mitchell-Innes & Nash”, Art in America, New York, 16 de septiembre de 2008, p. 166-167.
2— David Cohen, “Alberto Burri”, The New York Sun, 10 de enero de 2008.
3— La obra ingresó en la colección en 1960. Fue adquirida en la galería Hannover de Londres, durante el viaje que Guido Di Tella realizó con Lionello Venturi. Según el recibo de compra fechado el 16 de marzo de 1960, pagaron £600,00 (aparentemente el equivalente de US$ 2.000).
4— Chiara Sarteanesi, “Burri, Material as Form” en: Burri e Fontana 1949-1968, cat. exp. Milano, Museo Pecci Prato/Skira, 1996, p. 32.
5— Carta de Guido Di Tella a Lionello Venturi, 21 de julio de 1960. Archivo ITDT, CAV.
6— Chiara Sarteanesi, op. cit., p. 30.
1962. Instituto Torcuato Di Tella 1960-1962, dos años y medio de actividad. Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, [s.p.].
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