Comentario sobre Una calle de Barracas
La obra de Horacio March, en contacto con las pinturas de Víctor Cúnsolo y Onofrio Pacenza, define un paisaje urbano en las décadas del treinta: son los barrios y los suburbios (1). Nada del movimiento de una ciudad cosmopolita que construye sus primeros rascacielos, March optó por representar la quietud de los barrios antiguos, como Barracas, La Boca y Flores, con perfiles fabriles y casas humildes con un dominio subjetivo del color equilibrado desde los cálidos.
Una calle de Barracas es de su mejor etapa, los años treinta, previa a su radicación en Catamarca. Es una obra característica del artista, con la presencia pura de las líneas de la arquitectura, el punto de vista alto, la perspectiva, la escala reducida de las figuras (escasamente presentes en su obra). Su composición retoma la de
Fábricas (1933, colección privada), hasta reitera algunos detalles como el del árbol seco. Si la obra de March puede ser asociada a una lectura atenta del Novecento italiano, sin embargo interesa otro aspecto: el de representar el escenario de la vida pública proletaria. Pinturas escenográficas –March trabajó en la industria cinematográfica local–, uno espera que los trabajadores entren en escena, como en la mencionada
Fábricas, por sus calles vacías ante la mirada de una madre proletaria. Pintura de inminencia de lo real, entonces, más que metafísica.
por Roberto Amigo
1— El título general de esta obra de March dificulta su identificación en catálogos.