Comentario sobre Unos suben y otros bajan
Sobre el fondo plano de un muro que bloquea la perspectiva se dibujan las diagonales de unas escaleras metálicas y sus sombras. En un corte transversal, como éste, las escaleras permiten la visión simultánea de distintos niveles. Los personajes en movimiento apenas saben de los otros que, como ellos, están suspendidos sobre líneas en pendiente. Desafíos espaciales, invitaciones a la abstracción o al sinsentido, las escaleras representan un notable motivo para la representación bidimensional y casi un precepto para la fotografía moderna.
Lola Álvarez Bravo encuentra una dimensión plástica en lo cotidiano. Las formas de la vida urbana, uno de los muchos temas que abordó, toman cuerpo aquí en una sintaxis abstractizante. Al igual que en la contemporánea
En su propia cárcel, las sombras cobran un peso fundamental. Pero si allí eran proyectadas por objetos fuera del campo, en
Unos suben y otros bajan desdoblan la estructura metálica y se superponen a ella ante el plano claro, enfatizando el carácter escenográfico de la escena.
Sólo el techo y su sombra otorgan profundidad a la composición. Por lo demás, el encuadre cerrado apenas permite situar estas escaleras en un espacio mayor. El ascenso y descenso se limitan al interior de la fotografía. Con su cámara, Lola deviene la tramoyista que construye el espacio para estos sujetos que avanzan en direcciones absolutamente definidas y, sin embargo, equívocas para nosotros: las coordenadas se dislocan. Dirigirse a la derecha puede significar tanto ir hacia arriba como hacia abajo. Asimismo, algunos personajes se cruzarán, pero no sabemos de inmediato cuáles ni donde puesto que cada uno parece circunscrito a su propio tramo diagonal. En esta fotografía Lola Álvarez Bravo captura lo transitorio del paso de esos hombres y de la proyección de sombras y, a la vez, compone la escena con una sólida estructura visual; surge, como si se tratara de fuerzas semejantes, un balance entre lo visible y lo tangible.
por Verónica Tell