Comentario sobre Esqueletos - Hospital de Psiquiatría Dr. Borda
Desde los calotipos de mujeres internadas en el asilo de Surrey, Inglaterra, producidos por el psiquiatra y fotógrafo Hugh Welch Diamond a mediados de siglo XIX (1) y pasando por la célebre
Iconographie Photographique de La Salpêtrière realizada bajo la dirección del neurólogo Jean Martin Charcot (2), la fotografía fue uno de los instrumentos empleados en la aspiración por hacer visibles e inteligibles las enfermedades mentales. Luego, con otras pretensiones y bajo diferentes formas, la fotografía ha mostrado durante todo el siglo siguiente un gran interés por los trastornos psiquiátricos y la vida en las instituciones dedicadas a su tratamiento. El tema interesó particularmente a los fotógrafos vinculados a la fotografía humanista que, desde la década del ’30 y por varias décadas, se volcaron a él desde una visión global que tendía a testimoniar la vida y dignidad humanas y a activar la conciencia y empatía de los observadores.
En su búsqueda por dar visibilidad a estas personas que la sociedad tiende a ocultar e ignorar, este trabajo de Eduardo Gil enraíza en esa tradición humanista, combinándose con la idea bressoniana del “instante preciso”. Entronca, asimismo, con una concepción clínica de estas patologías y su tratamiento que ha llevado, en los últimos años del siglo XX, a la organización de actividades como formas de capacitación y socialización para los pacientes de los centros neuropsiquíatricos. En este marco, y luego de enterarse de las sesiones de proyección de películas en el Hospital Borda, Gil organizó un taller de fotografía para los internos, el cual llevó adelante entre 1982 y 1984. A su vez, al poco tiempo él mismo comenzó a hacer fotos allí, algunas de las cuales se hallan en la colección del MNBA. Muchas de ellas son retratos individuales en los que Gil evita mostrar la degradación física y mental para focalizar, en cambio, sobre las carencias afectivas y el desamparo de los internos.
Esqueletos es una pieza particular de esta serie pues no es un retrato ni una escena de la vida cotidiana en el centro psiquiátrico sino un episodio puntual durante algún tipo de festejo. A través de él, el fotógrafo logra referir el abandono al que las familias y la sociedad someten a sus enfermos. Disfrazados de muertos, dos integrantes de un grupo teatral estaban recorriendo un edificio fuera de uso cuando Gil, circulando también por ese lugar que pronto sería demolido, los vio y disparó su cámara (3). Dos figuras esqueléticas y fantasmales nos observan desde el vano abierto de un edificio sin vida. Parece una escena de un mundo post apocalíptico. En el mundo sin metáfora de las instituciones psiquiátricas, Gil obtiene una imagen que alude al apocalipsis personal y social que es la locura. Es un mundo otro que desde esas máscaras nos mira de frente.
Como el mismo fotógrafo lo dijo, esta imagen conecta distintos aspectos de su obra: la locura, las máscaras y la muerte, la cual aparece sobre todo en su ensayo sobre los cementerios latinoamericanos.
Esqueletos representa una suerte de epílogo de la serie sobre el Hospital Borda, a la vez que dio inicio al trabajo que se reuniría en su libro
(argentina) que consiste, en sus propias palabras, en la búsqueda de una metáfora de la Argentina desde el fin de la dictadura militar hasta el año 2000.
por Verónica Tell
1- Además de hacer las fotografías, el Dr. Hugh Welch Diamond bregaba por su uso: en 1856 presentó un trabajo en la Photographic Society of London en el que sostenía que la fotografía era una herramienta útil para el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades mentales.
2- Bourneville et Régnard, Iconographie Photographique de La Salpêtrière, Paris, 1878.
3- Eduardo Gil, Revista Ñ, Clarín, 18 de julio de 2014.