Comentario sobre Sin título
Fotogramas, Siluetas, Holga, Oscuridad, Cíclope, son palabras que aluden al medio fotográfico y que Andrea Ostera utiliza para nombrar algunas de sus series. Éstas, y el grueso de su obra, proponen una indagación sobre la fotografía, sus posibilidades, límites e imposiciones.
La obra de Ostera en la colección del Museo es cercana a los fotogramas que comenzó a hacer unos pocos años antes, aunque prescindió aquí del papel sobre el que apoyaba el objeto. Allí recurría a la técnica más sencilla en los orígenes de la fotografía y dejaba de lado la parte óptica del dispositivo fotográfico. Como hizo Francis Fox Talbot a fines de la década de 1830 en los “dibujos fotogénicos”, dispone directamente diversos objetos –papelitos de turnos en
La espera, 1995, por ejemplo- sobre la superficie fotosensible, esperando que la química actúe. En esta pieza, Ostera ubica estos papeles sobre el portanegativo de la ampliadora, con lo que crea una suerte de negativo alternativo y, a la vez, recupera el componente óptico –de la ampliadora, no de la cámara. Ampliado, el número del turno queda fuera del alcance de nuestra mano, como el tiempo mismo. Es un objeto cotidiano e insignificante llevado a la escala del poder que tiene: el de ordenarnos y demandarnos paciencia. En operaciones semejantes, pero aceitando la superficie de boletos de colectivos o calendarios de manera de volverlos traslúcidos, Ostera obtuvo imágenes en que ambos lados del papel se tornan visibles, superponiendo los textos o las tramas (
Remedio para el corazón, 1995;
Meses, 1996). Estas obras, en que la luz ha atravesado los objetos, se acercan en cierta medida a los rayos X, tanto como en sus fotogramas ampliados de restos corporales (uñas, pestañas y distintos fluidos) se conecta con otro instrumento óptico, el microscopio.
El referente modifica su escala, hasta hacerse casi irreconocible. Las búsquedas de Ostera llegan hasta invisibilidad del objeto fotografiado:
22 vistas de la casa de noche, hechas con polaroids, y
36 vistas de la casa de noche, un rollo de 35 mm, ambas de 1998, son monocromos negros que, ante la negación de la imagen, obligan a la pregunta: ¿entonces, qué es la fotografía? Ostera explora los procesos, las materialidades y los instrumentos. Desnuda el carácter artificial de la fotografía y, con ello, la arbitrariedad de los sentidos que le adjudicamos.
por Verónica Tell