Comentario sobre Cruz Velacuy-Cuzco
Este lienzo fue adquirido en 1928 por el Museo en la exposición de la obra de José Sabogal realizada en la Asociación Amigos del Arte. La muestra marcaba el retorno triunfante del pintor a la Argentina, país donde había pasado sus años formativos, primero como alumno de la Escuela de Bellas Artes, entre 1912 y 1913, y luego como maestro de dibujo en la Escuela Normal de Jujuy, entre 1914 y 1917. Fue en Jujuy, al lado del pintor Jorge Bermúdez, donde Sabogal inició su exploración de asuntos relacionados con el paisaje y la cultura de la sierra andina. Marcado por esta experiencia, emprendió el viaje de regreso al Perú, por la vía del Cuzco, donde se gestaba un intenso movimiento cultural de reivindicación regional y nacionalista. Todo ello marcó el rumbo de su carrera en los años veinte y definió el programa estético que impuso desde su cargo como profesor en la Escuela de Bellas Artes en Lima.
Como muchas de las obras que presentó en Buenos Aires, este lienzo fue pintado durante un viaje al Cuzco en la primera mitad de 1925. Representa una escena de la fiesta cuzqueña de la Cruz Velacuy, que se realiza cada año entre el 2 y el 3 de mayo. Aunque hoy la festividad tiene una fuerte presencia urbana, a inicios del siglo XX se celebraba sobre todo en los pequeños poblados de la región. La pintura muestra el momento de la vigilia, cuando la cruz, ya vestida y adornada, es rodeada por un grupo bebiendo chicha.
Esta festividad, al igual que otras manifestaciones de la religiosidad popular indígena, cautivó a los pintores del entorno de Sabogal, cuyo interés por el indio contemporáneo se impuso por sobre el pasado precolombino. El indio representó para ellos, como para los intelectuales indigenistas de la década de 1920, la síntesis ideal del mestizaje cultural, que daba forma al “hombre nuevo de América”. El propio Sabogal se refirió al culto indígena de la cruz como expresión del sincretismo, al señalar la presencia de este signo en la iconografía precolombina. Refiriéndose específicamente a la tradición de la Cruz Velacuy, sugirió que el espíritu “panteísta” de los indios pudiera estar “realizando durante el día de la Santa Cruz y todo Mayo, ritos arcaicos en homenaje a la diosa Luna (Mama Quilla), cuya festividad comprendía también a ese mes” (1).
Cruz Velacuy marca así un momento clave en el desarrollo de la obra de Sabogal, que se orienta por estos años a representar escenas de la sierra del centro y del sur del Perú, influido tanto por su interés en el arte mexicano como por su vinculación con José Carlos Mariátegui y otros intelectuales asociados a la revista
Amauta. En efecto, solo siete de las más de setenta y cinco obras que presentó en Amigos del Arte se referían a temas criollos o limeños (2).
La recepción de la obra de Sabogal en Buenos Aires estuvo marcada por el precedente de la Misión Peruana de Arte Incaico de 1923 y los vínculos con el Perú de artistas e intelectuales como Roberto Levillier, José Malanca, Martín Noel y Ricardo Rojas (3) Durante su estancia en Buenos Aires la prensa comentó ampliamente su obra (4), el etnomusicólogo Carlos Vega le ofreció una cena de despedida y la recién creada Agrupación Camuatí lo nombró su representante en el Perú (5). Tanto el entonces director del MNBA, Cupertino del Campo, como su secretario, Atilio Chiappori, ambos de clara tendencia nacionalista, intervinieron directamente en la adquisición de la tela (6). La existencia de otras obras del pintor en colecciones argentinas (7) confirma la importancia de Sabogal en la definición de las corrientes nacionalistas del arte latinoamericano de la década del veinte.
por Natalia Majluf
1— José Sabogal, El desván de la imaginería peruana. Lima, Juan Mejía Baca & P. L. Villanueva, 1956, p. 33.
2— Sabogal presentó cuarenta y un lienzos, diez grabados de la serie Estampas incaicas y veinticinco xilografías de Cuzco, Puno y Arequipa.
3— Véase: Elizabeth Kuon Arce; Rodrigo Gutiérrez Viñuales; Ramón Gutiérrez y Graciela María Viñuales, Cuzco-Buenos Aires. Ruta de intelectualidad americana (1900-1950). Lima, Fondo Editorial de la Universidad San Martín de Porres, 2009, y Zoila S. Mendoza, Creating our own: folklore, performance, and identity in Cuzco, Peru. Durham, North Carolina, Duke University Press, 2008, cap. 1.
4— Don Quijote [Carlos Solari], “Notas de arte: Sabogal en Buenos Aires”, Mundial, Lima, a. 8, nº 435, 12 de octubre de 1928, [s.p.], transcribe algunas de las notas aparecidas en la prensa argentina.
5— Falcón, 1988, p. 54. Sobre Camuatí véase: Patricia Artundo, Mário de Andrade e a Argentina: um país e sua produçao cultural como espaço de reflexão. São Paulo, EDUSP, 2004, nº 36, p. 113. 6— Véanse las cartas escritas entre 1929 y 1934 por José Sabogal a Cupertino del Campo y a Atilio Chiappori para gestionar el pago de las obras. Documentación de la pieza en los archivos del MNBA.
7— El Jockey Club adquirió Cuesta de San Blas. Véase: Falcón, 1988, p. 59. Otros óleos de esta época en colecciones argentinas debieron ser adquiridos entonces: Cusco (1924) y El Sol de las brujas (1925), reproducidos en la obra de Falcón, [s.p.].
Bibliografía
1927. DON QUIJOTE [Carlos Solari], “Notas de arte. Los últimos cuadros de Sabogal”, Mundial, Lima, a. 8, no 371, 22 de julio, [s.p.].
1988. FALCÓN, Jorge, Simplemente Sabogal. Centenario de su nacimiento 1888-1988. Lima, Instituto Sabogal de Arte, reprod. color [s.p.].