Comentario sobre Grand Central
Entre 1964 y 1969, Nemesio Antúnez actuó como agregado cultural de Chile en los Estados Unidos, donde ya había estado radicado en los años cuarenta completando su formación de arquitecto, además se incorporó entonces al Atelier 17 de grabado del británico Hayter. Su regreso a Santiago fue para asumir como director del Museo Nacional de Bellas Artes, pero el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 lo condujo al exilio europeo hasta mediados de los años ochenta (1). Antúnez fue un artista con presencia constante en Buenos Aires con sus exposiciones, principalmente, en las galerías Bonino y Rubbers, en diferentes etapas de su trayectoria. Su técnica preferente fue el grabado, desde los años cincuenta activó su renovación en Chile a partir del Taller 99. Su obra, que suele asociarse al surrealismo, parte de una búsqueda de síntesis entre la abstracción y la figuración; aunque en algunas de sus series pictóricas predomina lo narrativo, en particular las más tardías dedicadas al tango o las parejas de amantes, la abstracción de las formas reconocibles está presente.
Grand Central pertenece a la etapa neoyorquina arriba mencionada de sus tiempos diplomáticos. La vista aérea permite la construcción de un espacio definido por diversos puntos de vista que tensionan la perspectiva central, en donde pequeñas figuras se establecen en un tiempo de espera. En la resolución del espacio pictórico se perciben las huellas del oficio arquitectónico. La representación que duplica la imagen, como si fuera una pantalla televisiva, potencia la sensación de un mundo de encierro, de humanidad controlada. La pintura prácticamente forma una unidad narrativa con
Grand Central Underground (2), que presenta esquemáticas figuras en un movimiento descendente hacia el subsuelo, aquellas que en
Grand Central percibimos desde lo alto. Estas obras de Antúnez son una reflexión sobre el concepto de multitud, anónima, impersonalizada: es la vida de la gran urbe con las construcciones edilicias dominantes, sus redes de transportes, sus estadios deportivos. Ambas anteceden a su destacada serie
New York City de 1968, donde perfecciona los elementos ya presentes en la obra del MNBA, cuya huella podemos rastrear hacia 1947, cuando observó las multitudes “desde un piso 31” (3).
Grand Central se adquirió luego de su exhibición en el MNBA, por gestión de Samuel Oliver, en la exposición de dibujos y pinturas de artistas chilenos organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y la galería Carmen Waugh (4). Guillermo Whitelow comentó, en aquella ocasión, la obra de Antúnez de este modo: “Algo ha sucedido entre aquella existencia telúrica, y estos escenarios deportivos, monumentales, donde la multitud se sumerge en la luz y en la sombra de una ciudad irreal. Un paisaje no ha sido escamoteado por otro. Más bien a un paisaje rico y violento, lleno de fuerza creadora romántica, le ha sucedido la tremenda desolación de la urbe sin nombre, del anonimato cristalizado en el estadio nocturno y ominoso”.
por Roberto Amigo
1— En 1990 reasume como director del MNBA de Santiago de Chile, hasta su fallecimiento en 1993. Véase: Nemesio Antúnez: exposición retrospectiva, cat. exp. Santiago de Chile, Museo Nacional de Bellas Artes, 1997.
2— Nemesio Antúnez. Oil paintings, cat. exp. Tel Aviv, Museo de Tel Aviv, 1969, nº 27.
3— Nemesio Antúnez, [Presentación] en: Antúnez. Buenos Aires, Galería Rubbers, 1971.
4— Expusieron obras de Roberto Matta, Roser Bru, Nemesio Antúnez, Enrique Zañartu, Rodolfo Opazo, Gastón Orellana, Mario Toral, Valentina Cruz, Ernesto Fontecilla, Juan Francisco González y Pablo Burchard. En la galería Carmen Waugh paralelamente se mostraron las pinturas de Zañartu. La presencia del arte chileno en Buenos Aires se continuó con las obras emblemáticas de Ciento cincuenta años de pintura chilena, MNBA, 1972.
Bibliografía
1970. WHITELOW, Guillermo, “Carta de Buenos Aires”, Art International, Lugano, vol. 14/2, 20 de febrero, p. 65.