Comentario sobre Retablo de Jesús (Tríptico)
Al recorrer las páginas del catálogo del Salón Nacional de 1939 sobresale inmediatamente la singularidad de
Retablo de Jesús de Alfredo Gramajo Gutiérrez, que obtuvo el segundo premio del certamen. Nada hay que se le asemeje en las más de doscientas pinturas aceptadas. Gramajo Gutiérrez era ya una figura habitual de los diversos salones desde 1918, habiendo sido premiado en 1924, en artes decorativas, por
La Rioja y Catamarca (inv. 5811, MNBA), una témpera con dos paneles alegóricos nativistas. Gramajo Gutiérrez formó su visualidad durante el auge de la pintura regionalista española, y fue su obra –comparada en su tiempo con la de Pedro Figari– funcional a las búsquedas nacionalistas de la identidad de pueblo, raza y religión, más allá de las posiciones ideológicas del artista (1). Recientemente, su obra ha sido objeto de la revalorización de la pintura de paisajes, costumbres y tipos regionales de la primera mitad del siglo XX: Gómez Cornet, Chale, Policastro, entre otros (2).
Probablemente el artista consideraba al retablo portátil como un soporte que le permitía potenciar la iconografía de devociones populares norteñas, asunto principal de su pintura. En este caso los tres paneles datados en años distintos, 1937 y 1938, fueron realizados en Catamarca (3). El formato del tríptico –en diversas disposiciones– fue un recurso habitual del artista, utilizado en obras como:
El Señor de la Peña (Liceo Militar Gral. San Martín) y
El pesebre, Navidad en el Norte (inv. 1887, MNBA).
El panel superior de
Retablo de Jesús representa las imágenes de bulto de un Nacimiento con las ofrendas en primer plano, presencia material de la devoción que se representa en ambos paneles inferiores: orantes y promesantes. En el de la izquierda, un altar ornamentado para los ritos de Semana Santa, con las figuras de espaldas que cierran el arco de palmas y flores que continúa sus motivos en la alfombra sobre la que se arrodillan las mujeres del pueblo de espaldas al espectador. El panel inferior de la derecha representa al Señor de los Milagros, donde la referencia visual modifica el homogéneo tratamiento de las figuras para tornarse más expresiva; Gramajo Gutiérrez ubica en un segundo plano como fondo de paisaje la capilla de La Tercena, provincia de Catamarca, donde se venera la imagen que inicia la procesión. La escala elegida convierte a la imagen en una presencia dominante, como si fuese más la representación de la Crucifixión que la de un objeto, y define con ella el punto de vista alto de los paneles inferiores. De esta manera, el relato del Nacimiento y la Pasión conforma una unidad narrativa. La unidad visual se logra –a pesar de las diferencias notorias en las composiciones de los asuntos representados– por la fortaleza de los colores que remiten a la sensación de una policromía popular.
Por otra parte, si la representación no tiene unidad espacial los tres paneles no forman tampoco una unidad temporal, el artista parece indicar un tiempo continuo en lo religioso que se relaciona con la imagen de una cultura popular idealizada, no sujeta a cambios ni a transformaciones, aunque en otras obras la transformación de la sociedad aparezca claramente representada como en
Día de elecciones en el Norte de 1937 (inv. 1760, MNBA) expuesta en el Salón Nacional de 1938.
La oposición a un arte ejecutado según el modelo académico fue tempranamente comprendida por Leopoldo Lugones en 1920: “Y es allá donde la garra taja y punza, abofetea y lacera. La franqueza de su valentísimo color alcanza a ratos la sinceridad de los primitivos. Tiene aquella pureza de ardiente sangre que anticiparon los minios flameados al horno en la vidriera por el sol traslúcida; aquella cosa a la vez perfecta y terrible que se perdió con la fe, cuando la academia formuló la retórica del calvario” (4).
por Roberto Amigo
1— En este sentido es interesante señalar su participación en una muestra organizada por el Partido Comunista Argentino, Exposición en beneficio de los hambrientos en Rusia en 1922. Véase: Daniela Lucena, “Por el hambre en Rusia. Una ofrenda de los artistas argentinos al pueblo de los soviets”, Sociedad, Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, nº 26, p. 63-82.
2— Véase, por ejemplo: Ramón Gómez Cornet, Alfredo Gramajo Gutiérrez: identidad y diferencia, cat. exp. Buenos Aires, Pontificia Universidad Católica Argentina, 2007.
3— Generalmente se ha leído la fecha de 1930, presente en el panel inferior izquierdo, como datación cuando en realidad refiere al episodio representado. La fecha de ejecución de este panel está tapada por el contramarco.
4— Leopoldo Lugones, “El artista nacional”, La Nación, Buenos Aires, 27 de mayo de 1920. Citado en: Brughetti, 1978, p. 17.
Bibliografía
1961. ESPEL, Ofelia B., “El pintor argentino Alfredo Gramajo Gutiérrez. Valor documental de su obra desde el punto de vista folklórico”, Cuadernos del Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas, Buenos Aires, nº 2, p. 87.
1972. ROMEO GRASSO, Francisco, Alfredo Gramajo Gutiérrez y la pintura costumbrista argentina. Vicente López, Editorial Pedagógica Vicente López, p. 58.
1978. BRUGHETTI, Romualdo, Alfredo Gramajo Gutiérrez y el realismo ingenuo. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, p. 35, reprod. byn (detalles).
2005. BENDAYAN, Sandra; María Inés Rodríguez Aguilar; Miguel Ruffo y María Spinelli, “Alfredo Gramajo Gutiérrez (1893- 1961). ¿Pintor de la Nación o documentalista antropológico?” en: Arte y antropología en la Argentina. Buenos Aires, Fundación Espigas (mención especial del Premio Telefónica a la investigación en historia de las artes plásticas), p. 202.