Arte Argentino
Un vasto panorama de arte argentino, con obras de sus mayores representantes
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Del 7 de febrero de 2007 al 18 de marzo de 2007
Sala 40
José Manuel Ciria ha conseguido consolidarse durante la década de los noventa y primeros años del nuevo siglo, como un artista imprescindible. Su extraordinaria capacidad de abordar nuevos retos, su actitud hacia una pintura de investigación abierta a todo tipo de experimentaciones y una plataforma conceptual perfectamente estructurada, rica y poliédrica, han colocado su nombre entre los artistas más influyentes de su generación a nivel internacional.
Ciria siempre se ha cuestionado sobre la frontera entre lo abstracto y lo figurativo, subvirtiendo y contaminando en numerosas de sus series la concepción impoluta de estas propuestas. En la obra abstracta han sido numerosas las ocasiones en que el artista nos ha obligado a ver aquello arreferencial como algo de naturaleza figurativa, bien a través de los títulos, bien por medio del arrastre de elementos figurativos o de soportes arrancados de la realidad, fotografías o grandes vallas publicitarias… En sus experimentaciones figurativas asistimos al mismo fenómeno, por ejemplo, las diferentes obras englobadas en la serie Cabezas de Rorschach pueden contener un dibujo preciso de la silueta de un rostro, pero no podemos escapar a leer dichas composiciones como un exponente claramente abstracto. La mezcla de ambas vías conforma una tensión dinámica dentro de toda la trayectoria del artista, unida a la constante contraposición entre lo gestual y lo geométrico.
Posiblemente, sea esta revisión de la Epopeya de Gilgamesh, preparada específicamente para su presentación en el MNBA de Buenos Aires, su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Es en los formatos gigantes donde Ciria adapta sus manchas abstractas a los diferentes momentos o capítulos que el relato de Gilgamesh sucesivamente describe. El resultado no puede ser más interesante y espectacular, consiguiendo que veamos su abstracción de una forma nueva y forzando al espectador a realizar una lectura figurativa donde sólo existe lo abstracto.
Para Ciria también supone un canto de despedida a una forma de abordar su trabajo antes de instalarse definitivamente en Nueva York. Gilgamesh, es, por tanto, el glorioso final de una etapa. A partir de aquí la obra de Ciria comenzara a viajar por otros caminos y derroteros, que a día de hoy no podemos adivinar.
Ciria es Gilgamesh. Lucha por alcanzar la cima de la montaña, enfrentamiento entre iguales, pérdida, muerte, resurrección a una nueva vida y búsqueda de lo eterno.
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