Comentario sobre Gitana
A principios del siglo XX, la pintura española en el mercado de Buenos Aires fue incorporando a una nueva generación de artistas nacidos en las décadas de 1870 y 1880, atados aún, en mayor o menor medida, a la renovación naturalista del fin de siglo anterior. Eduardo Chicharro, maestro de Diego Rivera apenas llegado este a Madrid en 1907, fue una presencia constante tanto en las exposiciones organizadas por José Artal –atento a los alumnos del taller de Joaquín Sorolla– como en las su competidor, José Pinelo.
Es probable que esta obra, bajo el título
Muchacha rusa, haya integrado el envío de Pinelo exhibido en el Salón Costa en 1909. La cabeza femenina, que indica el dominio del dibujo académico aprendido en San Fernando, se recorta contra un fondo azul claro de liviana materia, el pañuelo con pinceladas abiertas de colores verdosos forma un plano tras la negra cabellera y las poderosas trenzas que caen y vuelven recogidas sobre sí mismas. La tela de la camisa resalta por sus lunas de plata sobre el rojo. Estos detalles solo sirven para acentuar la mirada profunda, adivinatoria, de la muchacha, que penetra al espectador con sus ojos subidos, mientras el fuerte mentón se inclina hacia el medallón iluminado. Es una obra de transición entre géneros: posee un eco de la tradición orientalista y presenta el nuevo interés generacional por la pintura de tipos regionales. Además, la carga hipnótica del retrato señala la tensión con el simbolismo de la obra de Chicharro, más narrativo que estilístico.
por Roberto Amigo
Bibliografía
1997. FERNÁNDEZ GARCÍA, Ana María, Catálogo de pintura española en Buenos Aires. Oviedo/Buenos Aires, Universidad de Oviedo/FFyL-UBA, nº 174, p. 58, reprod. p. 59.