Comentario sobre Las cigarreras
Una crónica firmada por Atilio Chiappori publicada en el
Almanaque Peuser de 1913 refiere: “La España anecdótica de Gonzalo Bilbao no es, por lo menos, una España
de memoria”. En efecto,
Las cigarreras revela una aproximación espontánea y directa a la acción representada, una transcripción seguramente tomada del natural, sin artificios. El costumbrismo de matiz social le brindó al pintor gran popularidad. Esta obra es un ajustado estudio para las diversas y numerosas versiones que el pintor realizó del mismo asunto, registrando el trabajo en el interior de la primera Fábrica de Tabacos que funcionó en España. Situada junto a la sevillana plaza de San Pedro o de Argüelles, el establecimiento abierto en 1620 operó en un gran edificio abovedado, en el cual hoy funciona la sede central de la Universidad de Sevilla. En su tiempo fue uno de los mayores complejos industriales de Europa, donde trabajaron hasta las primeras décadas del siglo XX miles de operarias. Repartidas por sus galerías, denominadas “cuadras”, se distribuían las mesas de trabajo, entre las cuales se encontraba una jefa que ejercía el control de calidad y anotaba la producción de la misma, como puede verse en la figura con pañoleta negra sobre los hombros, ubicada en el centro de la composición. A través de los ritmos que genera la disposición de los grupos de las trabajadoras, junto a otras notas de color y las marcas de la arquitectura de fondo, la obra refleja con elocuencia el clima
de taller de la fábrica en plena actividad. Una atmósfera naturalista en la que resuena la indudable herencia de
Las hilanderas de Velázquez, un influjo latente en casi toda la pintura española decimonónica.
por Tomás Ezequiel Bondone
Bibliografía
1989. PÉREZ CALERO, Gerardo, Gonzalo Bilbao: el pintor de las cigarreras. Madrid, Tabapress.