Comentario sobre Paisaje
Los paisajes de Raúl Russo de la década del cincuenta presentan el color como elemento dominante sobre la representación, potenciando así el curso de su obra hacia una abstracción de los elementos figurativos, sin perder la referencialidad última de estos. Las formas en
Paisaje están construidas desde el color, al punto que ni siquiera las líneas negras que debieran contenerlas lo hacen, produciendo así una ruptura entre línea y color, que Russo resolverá a favor de este. En
Paisaje las perspectivas múltiples, los diversos puntos de vista, generan un espacio que solo puede ser comprendido desde la asociación de tintes.
En el plano inferior se representa una naturaleza muerta (jarra, frutos y cuchillo) apenas reconocible entre los árboles, ya que los objetos han perdido su condición corpórea. La incursión sorpresiva de un género dentro de otro es extraña en Russo. Si consideramos que la naturaleza muerta era el territorio exploratorio del color y las formas, debemos ahora extender tal cuestión al paisaje.
Esta pintura se relaciona con su ciclo de Ranelagh, al sur de la ciudad de Buenos Aires, donde el artista se establecía los fines de semana desde 1953, donde también trabajaba el artista Luis Seoane (1). Martha Nanni, con certeza, ubica este período como central: cuando el artista define que la pintura es ahora relación entre colores.
Su instalación definitiva en París en 1976, donde falleció en 1984, permite entablar un vínculo atemporal con Horacio Butler, Héctor Basaldúa, Aquiles Badi, formados en esa ciudad cuarenta años antes, todos defensores de una práctica sensible y autónoma del arte que los condujo a síntesis expresivas y al uso refinado del color (2).
por Roberto Amigo
1— Véase: Nanni, 1982, p. 23.
2— Esta relación ya ha sido señalada por Vicente P. Caride en: Russo. Pintores argentinos del siglo XX. Buenos Aires, CEAL, 1980, nº 34, p. 3-4.
Bibliografía
1982. NANNI, Martha, Raúl Russo. Buenos Aires, Dos Amigos, reprod. color p. 56.