Comentario sobre Naturaleza muerta
La
Naturaleza muerta de Dora Maar atestigua las dos grandes influencias en su vida de pintora, su turbulenta relación con Pablo Picasso y su carrera inicial como fotógrafa, por la cual es aún hoy ampliamente conocida. Maar comenzó a dedicarse plenamente a la pintura a fines de 1937, principalmente gracias al estímulo de Picasso, quien creía que en el corazón de cada fotógrafo se agazapa un pintor a la espera de su oportunidad para expresarse. Antes de conocerlo, en 1936, Maar había consolidado la práctica de la fotografía –había colaborado anteriormente con Pierre Kéfer y compartido un estudio con Georges Brassaï– y estaba relacionada íntimamente con los surrealistas. Las fotos fantasmales y los fotomontajes que produjo embanderada con el surrealismo fueron íconos del movimiento, especialmente
Portrait d’Ubu, de 1936. Asimismo, las sólidas fotografías que tomó documentando la ejecución del
Guernica de Picasso en 1937 (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), fueron un factor determinante en la construcción del estatus de ícono del mural. Sin embargo, Picasso minimizó el talento de Maar como fotógrafa y, siguiendo su requerimiento, ella se dedicó a la pintura. Sus primeros trabajos fueron retratos de sus amigos, un motivo familiar en sus fotografías, y de Picasso, cuya absorbente presencia también aparecía en las formas geométricas y los rasgos distorsionados de sus figuras (1). Se dedicó a las naturalezas muertas a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, y ese siguió siendo el tema central de sus obras mientras duraron las hostilidades. Se caracterizaban, como esta pintura, por pronunciados contornos negros, formas geométricas simplificadas y espesas capas de pintura.
Su intensa manera de enfocar los objetos en sus obras –en el caso de esta
Naturaleza muerta, una lámpara con su pantalla curva y el espejo de pie ovalado– fue el legado de su contacto con la Nueva Objetividad en la fotografía. Cuando la francesa Henriette Theodora Markovitch arribó en 1926 a París para estudiar, regresando de la Argentina, donde había pasado gran parte de su juventud, el panorama de la fotografía francesa estaba cambiando, alejándose del pictorialismo y del sentimentalismo del pasado y volviéndose hacia imágenes nítidamente definidas que acentuaban el carácter directo de la visión. Muy pronto en su carrera, cuando abrevió su nombre a Dora Maar, conoció a Louis- Victor Emmanuel Sougez, un eminente defensor de la Nueva Objetividad a quien la ascendente fotógrafa llegó a considerar su mentor. El énfasis de este en una estética rígida que revelara las cualidades formales de los objetos familiares a través de primeros planos firmes, fue un poderoso ejemplo para Maar, visible tanto en las primeras fotografías como en sus últimos cuadros (2). La austeridad de
Naturaleza muerta, la singular atención prestada a las formas manufacturadas del espejo y la lámpara, y la paleta monocromática, a excepción de la luz roja, todo recuerda la severidad de la Nueva Objetividad.
Naturaleza muerta fue pintada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Maar centró su interés casi exclusivamente en ese género, sugiriendo una conexión entre la sobriedad de su trabajo y sus circunstancias contemporáneas. La artista había soportado las privaciones de la guerra, permaneciendo en París con Picasso durante su transcurso, aunque su relación con él se había hecho añicos, dejando a Maar al borde de una crisis. Françoise Gilot, la joven por la cual Picasso dejó a Maar, atribuyó los objetos solitarios de sus pinturas al aislamiento de la propia artista: “Una lámpara, o un despertador, o un trozo de pan… nos hacen sentir como si ella no estuviera tan interesada en ellos como en su soledad, la terrible soledad y el vacío que rodea todo en esa penumbra” (3).
En uno de sus muchos poemas sin fechar, Maar aludió de manera similar al dolor y al consuelo alternados que encontraba en los objetos que la rodeaban, sobre los cuales, como en
Naturaleza muerta, escribió compulsivamente durante su aislamiento. “Como un tedioso lago inmóvil / oigo su melodía / en esta vasta habitación fría / El matiz de la luz parece eterno / Todo es simple y yo admiro la / Absoluta fatalidad de los objetos” (4).
por Kate Kangaslahti
1— Julie L’Enfant, “Dora Maar and the art of Mystery”, Woman’s Art Journal, Laverock, vol. 17, nº 2, otoño de 1996-invierno de 1997, p. 18.
2— Mary Ann Caws, Dora Maar, with and without Picasso: a biography. London, Thames and Hudson, 2000, p. 24.
3— Citado por Anne Baldassari en: Picasso, life with Dora Maar. Love and war 1935-1945. Paris, Flammarion, 2006, p. 19.
4— Françoise Gilot y Carlton Lake, Life with Picasso. New York, McGraw-Hill, 1964, p. 86. Traducción del editor.