Luis XIV y Mlle. De La Valliere (Tit.ant: Rey vasallo)
Monvoisin, Raymond Auguste Quinsac.
Más Informaciónsobre la obra
Obra Maestra
Inventario 1913
Obra No Exhibida
Según los descendientes de Monvoisin este retrato de Rosas era un estudio preparatorio para un retrato ecuestre de tamaño natural ejecutado en Chile, obra perdida supuestamente durante la guerra franco-prusiana. Es poco factible que este artista tan atento a los aspectos mercantiles hubiera resignado el pago correspondiente y realizado una obra de tal importancia en Santiago de Chile rodeado de exiliados unitarios, para los que realizó un retrato del derrotado Lavalle, jefe militar unitario, en 1843. Por otra parte, esta hipótesis se contrapone con la mención de la huida del artista ante la posible represión sobre su persona. Parte de la confusión con estas leyendas sobre Monvoisin se origina en la confiabilidad que le otorguemos a las propias memorias del artista y a los relatos de sus descendientes recogidos por Schiaffino. Lo que es innegable es que se trata de un retrato tomado del natural.
El retrato de Rosas se encuentra inconcluso y su atractivo reside en la fuerza de la cabeza, destacada por el cuerpo volumétrico del poncho negro, listado en bandas amarillas y rojizas, y el cuello blanco de la camisa que genera un tenue contraste que la enmarca. Bartolomé Mitre dejó un comentario interesante, anotado por Eduardo Schiaffino, de esta imagen de Rosas: “es el retrato más parecido que conozco de Rosas, hay mucho de emperador romano, pero atenuado y corregido por un marcado acento criollo”. Más allá de la ironía política de la frase, de eso se trata la implantación de los géneros pictóricos en las periferias: la nota local en una tradición visual de larga duración.
Dentro de la vasta iconografía de Juan Manuel de Rosas, el retrato realizado por Monvoisin es singular. La imagen de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, fue una herramienta de propaganda para construir consenso y coerción, tanto en los grandes óleos retóricos exhibidos públicamente como en litografías de amplia circulación. Una característica general de la iconografía de Rosas es el uniforme militar de brigadier, al que se suman los atributos de su función ejecutiva y la condecoración de la Campaña del Desierto. Los retratos de Rosas con poncho, vestimenta de campaña, solo eran utilizados por la prensa ilustrada de los exiliados en Montevideo (Muera Rosas! y El grito arjentino) para afirmar la diatriba de gaucho bárbaro.
Monvoisin había llegado en septiembre de 1842 a Buenos Aires, permaneciendo solo tres meses, en los que realizó obras notables como el orientalista Soldado de Rosas y Dama porteña en el templo, ambas en colecciones particulares (1). Desde ya, debía cumplir el compromiso asumido con ciudadanos chilenos en Europa y dirigirse a Santiago para formar una academia de pintura.
Monvoisin había adquirido una sólida formación, alumno del neoclásico Pierre-Narcisse Guérin, pensionado en Roma entre 1821 y 1825, con presencia habitual en los salones. Solo el encuentro de un buen cliente como el cónsul de Cerdeña, Picolet d’Hermillon, y de encargos de retratos de miembros de la elite porteña como los Llavallol, fueron el motivo de su retraso en Buenos Aires. A pesar de la brevedad de su estadía en la ciudad incorporó un elemento definitorio para su obra posterior: el uso del cuero como soporte.
En el MNBA se conservan obras diversas de su autoría, entre ellas se destaca la acuarela con su autorretrato (inv. 8579), procedente de la colección Antonio Santamarina. Desde Santiago de Chile tuvo influencia en el arte argentino, principalmente en el inicio de la pintura de historia por Benjamín Franklin Rawson y en los textos sobre arte de Domingo F. Sarmiento, exiliado en la capital trasandina.
1— Sobre estas obras véase: Roberto Amigo, “Beduinos en la pampa. Apuntes sobre la imagen del gaucho y el orientalismo de los pintores franceses”, Revista Historia y Sociedad, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, nº 13, noviembre de 2007, p. 25-44.
1918. SIBELIUS, Marcos, “Orígenes de la pintura argentina”, Augusta. Revista de arte, Buenos Aires, vol. 1, nº 2, julio, p. 55.
1933. SCHIAFFINO, Eduardo, La pintura y la escultura en la Argentina. Buenos Aires, edición del autor, p. 124-125, reprod. p. 123.
1948. SOLÁ, Miguel y Ricardo Gutiérrez, Raymond Quinsac Monvoisin. Su vida y su obra en América. Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, p. 21-22, reprod. [s.p.].
1949. JAMES, David, Monvoisin. Buenos Aires, Emecé, p. 33-37, reprod. portada.
1954. PRANDO, Alberto, “Un siglo de pintura en la Argentina”, ARS. Revista de arte, Buenos Aires, a. 13, nº 65, reprod. [s.p.].
1961. LANUZA, José Luis, Pintores del viejo Buenos Aires. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, p. 41-43.
1965. BRUGHETTI, Romualdo, Historia del arte en la Argentina. México DF, Pormaca, p. 22.
1982. RIBERA, Adolfo Luis, El retrato en Buenos Aires 1580-1870. Buenos Aires, UBA, p. 247.
1984. RIBERA, Adolfo Luis, “La pintura” en: AA.VV., Historia general del arte en la Argentina. Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, vol. 3, p. 195-198.
1999 [1926]. SCHIAFFINO, Eduardo, Recodos en el sendero. Buenos Aires, El elefante blanco, p. 95-109.
2001. IPARRAGUIRRE, Sylvia, “Los precursores” en: Pintura argentina. Panorama del período 1810-2000. Buenos Aires, Banco Velox, vol. 1, p. 14.
2003. CROS, Philippe y Alberto Dodero, Aventura en las pampas. Los pintores franceses en el Río de la Plata. Buenos Aires, edición de los autores, p. 77.
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