Comentario sobre Los celos
“Mi mayor deseo es volver a Buenos Aires, pero de turista. No a trabajar” (1). En 1927 Julio Romero de Torres, recordando su paso por el Río de la Plata, siente que le ha quedado mucho por ver. A pesar de haber vivido en la ciudad varios meses, no había llegado a conocerla por estar absorbido por el trabajo. Su obra ya era conocida en la Argentina. Las frecuentes muestras colectivas de arte español habían incluido, ya desde la antológica Exposición Internacional del Centenario, obra del cordobés. La presencia temprana de un mercado de arte, en los primeros años del siglo XX, daba cuenta de un flujo importante de imágenes que inundaban la escena (2).
La pintura española era muy codiciada aquí. Romero de Torres aparecía como una figura esperada. “Será inaugurada hoy en el Salón Witcomb la primera exposición que realiza en la Argentina el famoso pintor español D. Julio Romero de Torres, uno de los artistas más castizos de España, quizás el más representativo de la tradición artística y sentimental de su patria” (3) El cordobés es presentado contra la “belleza formal”, enarbolando la “belleza espiritual” (4), y si los pueblos “revelan su carácter” a través de diferentes situaciones pero “principalmente por su arte” que, entendido como “fruto del instinto, constituye la revelación más veraz” cabe entonces preguntarse: “¿los cuadros de Romero de Torres o los libros de Valle Inclán pueden ostentar el título de síntesis representativa del sentir y de la vida de España en la hora actual?” (5). El arte y el pensamiento son “reveladores” a la vez que expresión “verdadera” de un pueblo y son estas cuestiones las que se develarán ante las obras de Romero de Torres y con las lecturas de Valle Inclán, prologuista en el catálogo de la exposición de Witcomb (6).
El éxito quedó rápidamente consumado. Los anuncios de las ventas dejaban al descubierto el otro sentido de la presencia de Romero de Torres en Buenos Aires. Adquirir una obra suponía la posesión de un objeto de distinción, pero que además dentro de la lógica del consumo instalada en la aristocracia porteña, implicaba la adscripción a un conjunto de ideas e identificaciones socioculturales. Las obras de Romero de Torres operaban en la sociedad porteña de entonces superando consideraciones relativas a la moda y el consumo suntuario. Poseer una de estas obras significaba colocarse entre los fundadores de una identidad nacional y regional ligada a la tradición hispana, a las raíces de la tierra y adscribirse a lo más antiguo de la tradición occidental. No en vano se reforzaba en la presentación de la obra de Romero –poniéndolo en palabras de Valle Inclán– la raíz “clásica y romántica” del pintor cordobés, “la doble tradición de la ciudad romana y musulmana” (7).
Pero ¿qué representaban esas mujeres fuera de “orden”, pintadas por Romero, para el público de Buenos Aires? En ellas se encuentra una imagen de mujer diferente de la que se tiene en casa: de mirada profunda, oscura y hasta desafiante. Una mujer que se exhibe sin recato dejando al descubierto algunas partes de su cuerpo, tratada con el respeto plástico de las alegorías pero de una carnalidad brutal y melancólica a la vez. Como en
Los celos, son mujeres presentadas como objetos de deseo: activas, dominantes, peligrosas, transgresoras, con formas y gestos que alteran la norma (8). Como compensación tal vez, algunas de sus obras intentan reparar estas figuras con una versión de mujer que supone una perspectiva didáctica como en
Las dos sendas, donde a la que se ofrece desnuda, sensual, se le opone la religiosa, introvertida y recatada.
El exotismo de las mujeres de Romero de Torres se lee en Buenos Aires como marca registrada, pero no solo de autor sino de identidad y con ella se ve un modelo de representación válido, más allá de las primeras lecturas ligadas al erotismo, como un rasgo de la cultura y la “raza” y por ende como un posible ejemplo a seguir por los artistas argentinos.
Gitanas, prostitutas, son prototipos de lo marginal, mujeres diferentes cuya representación busca violar ciertas normas y en este sentido, dentro del público porteño, Romero de Torres era visto como un artista moderno. El otro aspecto de la modernidad de este artista era el que tenía que ver con la construcción de una imagen de clara identificación con lo regional, con lo nacional, debate que en ese momento estaba en el centro del campo intelectual en muchos países, y la Argentina no era la excepción. Desde este lugar es que las obras de Romero entraron no solo en las colecciones privadas sino también en las colecciones públicas argentinas.
por Diana B. Wechsler
1— Félix Paredes, “Notas hispanoamericanas. Julio Romero de Torres, ha estado en Buenos Aires pero no conoce Buenos Aires”, Caras y Caretas, Buenos Aires, a. 31, nº 1546, 19 de mayo de 1928. 2— Sobre coleccionismo artístico en la Argentina del período véase: Laura Malosetti Costa, Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Buenos Aires, FCE, 2002; María Isabel Baldasarre, Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires. Buenos Aires, Edhasa, 2004; Diana B. Wechsler, “Revista Plus Ultra: un catálogo del gusto artístico de los años veinte en Buenos Aires”, Estudios e Investigaciones. Boletín del Instituto de Teoría e Historia del Arte Julio E. Payró, Buenos Aires, nº 4, 1991; y finalmente el breve pero precursor trabajo de Marcelo E. Pacheco, “Después de Goya, antes de Picasso”, en el catálogo de la exposición del mismo nombre, Buenos Aires, Fundación San Telmo, 1988.
3— “Bellas Artes. Julio Romero de Torres”, La Nación, Buenos Aires, 4 de septiembre de 1922, p. 6. 4— Ibidem.
5— Ibidem.
6— Ramón del Valle Inclán en: Exposición Julio Romero de Torres, cat. exp. Buenos Aires, Witcomb, 1922.
7— Ibidem.
8— Véase: Teresa Sauret Guerrero, “Imagen y percepción de la mujer en el regionalismo andaluz”; Geneviève Barbé- Coquelin de Lisle, “La pintura española y la representación de la mujer al margen de la sociedad en torno a los años 1900” en: La mujer en el arte español. Madrid, CSIC, 1996. También Georges Duby y Michelle Perrot, Historia de las mujeres en Occidente. Madrid, Taurus, 1993.
Bibliografía
1947. MASSA, Pedro, Romero de Torres. Buenos Aires, Apolo, p. 104-105.
1989. VALVERDE CANDIL, M. y A. Píriz Salgado, Catalogo del Museo Julio Romero de Torres. Córdoba, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, p. 46, reprod. p. 31.