Comentario sobre Natura Morta (Naturaleza muerta)
En una de las monografías publicadas sobre Giorgio Morandi, aparece la fotografía de un rincón de su estudio tomada en 1979. El epígrafe comenta que se trata del taller en donde trabajó toda su vida. Es posible reconocer en esa imagen los elementos que año tras año fueron motivo de su atención: vasos, floreros de distintos tamaños, algunas botellas y pocas cosas más sobre un par de mesas pequeñas apoyadas contra la pared. La luz, desde arriba, ilumina de forma pareja los objetos. En la foto, como en las obras, estas piezas aparecen como presencias familiares, amigables, formando parte de una cotidianidad sencilla, sujeta a un tiempo sereno, indeterminado.
Esta dimensión metafísica acompañó su trabajo desde finales de la década del diez, con matices, hasta su muerte. La obra que posee el MNBA pertenece a su etapa madura. Es a partir de fines de los años treinta cuando Morandi transita de una paleta monocroma al descubrimiento del color. Sin embargo, esta no es una obra en donde esta condición se haga visible, lo que en ella aparece es la claridad y un punto de vista alto que, sumado a la posición elegida para los cuatro elementos que se disponen en ese plano, hacen que la pequeña naturaleza muerta asuma cierto carácter monumental. Es esta peculiar condición la que define uno de los rasgos de la pintura de Morandi.
La interioridad y la esencialidad expresiva son otras dos características de la obra de este artista que se repliega sobre sí mismo, sobre un número limitado de objetos y motivos y con ellos construye su universo imaginario aportando con pequeñas inflexiones de luz, ubicación de los objetos, acentos de color y sutiles modulaciones del punto de vista, una perspectiva serena, en tiempos en los que el mundo pareció estallar más de una vez.
Su posición de independencia relativa respecto de los movimientos contemporáneos lo llevó a ir haciendo sus propias selecciones. Cézanne, Chardin, Corot fueron sus más tempranos y persistentes referentes. Esto no impidió que entre los años 13 y 14 se acercara a los pintores futuristas, con quienes expuso, o que luego trabara amistad con los artistas que operaban en torno a la revista de Mario Broglio,
Valori Plastici. Con ellos –Carlo Carrà y Giorgio de Chirico, centralmente– se aproximó a la pintura metafísica y participó de dos de las exposiciones del grupo del Novecento italiano. Otra fuente clave para su formación, según sus biógrafos, fue el encuentro con la obra de Giotto y sobre todo de Paolo Uccello. La forma de aproximarse a los objetos y pensarlos en cuanto volúmenes netos, enlaza en el tiempo las búsquedas de Uccello con las de Morandi.
Su trayectoria sostenida lo posicionó después de la Segunda Guerra Mundial asignándole el premio de pintura en la Bienal de Venecia de 1948 y en el 53 obtuvo el de grabado en la Bienal de San Pablo, en tanto en el 57 fue señalado con el Gran Premio de pintura en el mismo foro.
por Diana B. Wechsler
1946. BRUGHETTI, Romualdo, “Oficio y expresion en el arte contemporaneo de Italia. El dibujo”, Histonium, Buenos Aires, a. 8, n. 87, agosto, p. 479-486.