Comentario sobre Caballos en libertad
“¿Quién no lo conoce? ¿Quién no ha visto alguna de esas innumerables pinturas; siempre variantes y siempre iguales, de
Caballos de Alfred de Dreux?” se preguntaba en 1860 Charles Blanc desde las páginas de la
Gazette des Beaux- Arts dando cuenta de la fama del pintor recién fallecido (1). Miembro de una familia de artistas, fue hijo de un arquitecto y sobrino de Joseph Dedreux-Dorcy (1789- 1874), pintor y amigo estrecho de Géricault, cuyas pinturas de caballos impactaron de modo duradero en el joven artista.
Su pintura gozó de una gran aceptación a lo largo de su vida ya que se especializó en un género: las escenas de caballos. Este era favorito entre la nobleza que gustaba también hacerse retratar sobre sus corceles predilectos. El gran referente del género, y fundamental en la carrera de Dedreux, fue el británico George Stubbs (1724-1806) cuyos retratos equinos inmersos en el paisaje fueron centrales en el arte inglés de la segunda mitad del siglo XVIII. Luego de las guerras napoleónicas, la pasión por las carreras de caballos se expandió desde Inglaterra a Francia, y allí se ubicó Dedreux para satisfacer esta demanda que venía a sumarse al gusto por los caballos en sus vertientes tradicionales: la caza y la equitación.
En 1844 acompañó a Luis Felipe en su viaje oficial a Inglaterra, país que visitó repetidas veces. Su vínculo con el poder fue duradero, realizó varios retratos ecuestres de la familia real y del círculo del emperador Napoleón III (2).
Caballos en libertad muestra un paisaje de colinas cercado con tres caballos árabes. El ejemplar principal, un espléndido zaino, exhibe todas las cualidades características de su raza: cabeza chica, ojos y fosas nasales grandes, pescuezo largo y arqueado y cola en alto. El detallismo es impactante, al punto que el pelaje del lomo se muestra gastado evidenciando un animal montado con frecuencia. El tratamiento del pasto iluminado por el sol y el cielo nuboso con reflejos amarillos sobre el horizonte muestran el impacto del paisajismo romántico inglés cuyos elementos permiten a Dedreux dar más carácter a esta escena.
La colección Madariaga-Anchorena poseía tres obras del artista, predilección nada casual si tenemos en mente que entre la clase alta porteña del 1900 hubo una manifiesta afición por el turf y el refinamiento del ganado equino (3).
por María Isabel Baldasarre
1— Charles Blanc, “Nécrologie. Alfred De Dreux”, Gazette des Beaux-Arts, Paris, a. 2, nº 4, 1860, p. 332.
2— Jeanne Doin, “Alfred De Dreux (1810- 1860)”, Gazette des Beaux-Arts, Paris, a. 63, nº 4, 1921, p. 237.
3— Leandro Losada, La alta sociedad en la Buenos Aires de la Belle Époque. Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 190-192.