El beso, estudio
Rodin, René François Auguste. c. 1881-1882
Más Informaciónsobre la obra
Obra Maestra
Inventario 2720
Obra Exhibida
Sala 14. Impresionismo y Postimpresionismo
Fueron condiciones muy particulares, podría decirse de transición, las que llevaron a Vincent van Gogh a pintar este Moulin de la Galette, obra que se inscribe en una importante serie de vistas de París. El artista holandés llegó a la capital francesa en marzo de 1886. Allí se encontró –sin haberle siquiera avisado con anterioridad– con su hermano Theo, que llevaba siete años instalado en la ciudad y dirigía por cuenta de Boussod et Valadon una pequeña galería en el boulevard Montmartre.
Cuando Van Gogh pinta su Moulin, está como deslumbrado por el contexto artístico circundante, de una infrecuente densidad: el manifiesto simbolista de Moréas, la última exposición impresionista (donde se presentó La Grande Jatte de Seurat), la publicación de las Illuminations de Rimbaud y de L’oeuvre de Zola se agolpan en el escenario cultural. Descubre además los encantos de la ciudad, las galerías y las discusiones animadas en los cafés. También las obras del Louvre, museo que visita con frecuencia. Para coronar esas experiencias, suma al frenesí un toque académico incorporándose, para afirmar sus cualidades técnicas, como alumno del taller del muy clásico Cormon. Allí alterna con Toulouse-Lautrec y Anquetin.
Es sabido que Van Gogh llevó adelante su carrera con una determinación tan humilde como profunda, y sin duda esos meses parisinos movilizaron en él un poderoso deseo de crear. La Butte Montmartre formaba parte de su vida diaria, ya que se alojaba en la casa de Theo, que vivía en ese barrio. Los lazos que unían a los dos hermanos eran por cierto muy fuertes, pero en el otoño de 1886 la promiscuidad del nº 54 de la rue Lepic –desde donde el panorama de la ciudad era magnífico– comenzó a volverse pesada. Esto llevó a Vincent a reemplazar la naturaleza muerta, que podía realizar en el departamento, por el paisaje. Lo cual lo impulsó, en un primer momento, a representar los alrededores inmediatos, y por ende Montmartre (1).
Por “Moulin de la Galette” se entiende el café-concert que se extendía en realidad entre dos molinos de Montmartre: el Blute-Fin y el Radet. En la muy célebre composición de Renoir titulada Le bal du Moulin de la Galette (1876, Musée d’Orsay, París), asistimos a las fiestas y los bailes que acompasaban la vida del lugar. Pero no fue el molino de viento como tal lo que había interesado entonces al pintor impresionista. Van Gogh, en cambio, adoptó una actitud totalmente distinta. Se concentró en este caso en uno de los dos edificios afectados por el café-concert: el Blute-Fin, antigua construcción en madera erigida en 1622 y que servía sobre todo para moler trigo.
El punto de vista adoptado para el molino –la parte posterior del edificio– no tenía nada de original y lo elegían por la misma época montones de pintores (que saturaban el barrio de Montmartre). Se sabe sin embargo que Van Gogh ensayó en torno de su motivo varias otras vistas para circunscribirlo mejor. Es asombrosa aquí la claridad, la frescura, incluso, del cuadro, dominado por pinceladas vivas de azul que van virando al blanco, en tonalidades muy homogéneas. La perspectiva desde abajo adoptada por el pintor genera una línea del horizonte baja que deja estallar ese gran cielo luminoso. Van Gogh, que en abril de 1885 había trabajado con fervor en sus oscuros Mangeurs de pommes de terre, parece de pronto exultar al contacto con el ambiente parisino. Es verdad que ya había comenzado a aclarar su paleta en Anvers bajo la influencia de los cuadros de Rubens, pero Montmartre le inspira sobre todo, en el tratamiento de la atmósfera, una manera mucho más liviana. Se comprende, pues, lo que escribió a uno de sus amigos artistas (H. M. Levens) en 1887: “No hay otra cosa que París, y por difícil que la vida pueda ser aquí, aunque fuera peor y más dura, el aire francés limpia el cerebro y hace bien, muchísimo bien” (2). La bandera tricolor flameando al viento, representada en unas pocas pinceladas nerviosas, traduce perfectamente, por otro lado, esa plenitud triunfal en las tierras de Francia.
Observemos, asimismo, que Van Gogh eligió una vista que no permite adivinar en nada las diversiones del Moulin de la Galette. Hay en él un interés pintoresco por el lugar, pero también una voluntad de mostrar un espacio de trabajo en el límite entre la ciudad y el campo, en lo que era todavía, en esa época, un barrio periférico de París, poblado de gente modesta. La pareja de personajes abajo a la derecha, además de indicar la escala, está vestida de manera humilde y casi campesina. Van Gogh desliza en su obra una dimensión social que lo conmueve particularmente.
Podríamos afirmar, entonces, que este óleo es un excelente testimonio de la euforia del pintor holandés que recorre París y a la vez un ejemplo típico de tableau-laboratoire. Van Gogh experimenta en él serenamente sus conceptos plásticos, que encontrarían su realización absoluta unos meses más tarde, en el sur de Francia, en Provenza, región que le “limpia[ría] el cerebro” (como escribe él) con la intensidad combinada del genio y la locura.
1— Cf. AA.VV., Van Gogh à Paris. Paris, Réunion des musées nationaux, 1988, p. 54-61 y 78-85. Este rico catálogo, aunque no reproduce la obra del MNBA, menciona muchas de las vistas de molinos parisinos realizadas por Van Gogh en 1886-1887.
2— Georges Charensol (ed.), Vincent van Gogh. Correspondance générale. Paris, Gallimard, 1960, vol. 3, p. 4.
1928. DE LA FAILLE, J. B., L’Oeuvre de Vincent van Gogh. Catalogue raisonné. Paris/ Bruxelles, G. van Oest, nº 348, lám. 94.
1934. DA ROCHA, Augusto, “Algo más sobre Van Gogh y Gauguin”, Boletín del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, vol. 1, a. 1, julio, reprod. byn tapa.
1935. Beaux-Arts, París, nº 116, 22 de marzo, reprod.
1936. Plástica, Buenos Aires, abril, reprod. byn p. 10.
1939. DE LA FAILLE, J. B., Vincent van Gogh. Paris, Hypérion, nº 266, reprod. byn p. 207.
1961. REWALD, John, Le Post- Impressionnisme, de Van Gogh à Gauguin. Paris, Albin Michel.
1969. LASSAIGNE, Jacques, Toulouse- Lautrec e la Parigi dei cabarets. Milano, Fratelli Fabbri, reprod.
1970. DE LA FAILLE, J. B., L’Oeuvre de Vincent van Gogh. Catalogue raisonné. Amsterdam/Paris, Meulenhoff International/Vilo, nº 348.
1996. HULSKER, Jan, The complete Van Gogh paintings, drawings, sketches. Revised and enlarged edition of the catalogue raisonné of the works of Vincent van Gogh. Amsterdam, Meulenhoff, nº 1182, reprod.
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