Comentario sobre Retrato de la Baronesa Lefèvre
Pierre Puvis de Chavannes desarrolló una pintura de características simbolistas –una visión pesimista sobre la vida moderna– en escenas históricas, pero también en sus retratos (1). En algunos casos estos eran estudios a lápiz, sanguina o carbonilla que utilizaba para sus decoraciones murales, pero en otros obras terminadas, como el
Retrato de la baronesa Lefèvre. Solía trabajar con modelo vivo, interesándose en el estudio fisonómico, que construía a partir de reglas académicas. Sus pinturas trasuntan un aire de modernidad, acorde a las innovaciones formales propias del simbolismo. En este retrato la composición es tradicional, la figura frontal emerge de un fondo en penumbras bajo la técnica del claroscuro, pero el color y la forma evidencian un tratamiento personal. Puvis construía sus figuras como si se moviesen en un mundo independiente de la realidad, regido por sus propios códigos. Intentaba encontrar el núcleo, una suerte de característica inmanente ajena a los estragos del tiempo, en base a una simplificación de las formas. El hieratismo que logra tiene su correlato en los frescos del
Trecento italiano, de los cuales era un ferviente admirador. Dotaba a sus figuras de una sensación de nostalgia, que en este caso se concentra en las pupilas húmedas, la mirada taciturna y la boca contenida. La piel pálida y traslúcida, solo matizada por las mejillas sonrosadas, colabora con la atmósfera melancólica, propia de su producción.
por Paola Melgarejo
1— Véase: Puvis de Chavannes. 1824-1898, cat. exp. Paris, Grand Palais, 1977; Aimée Brown Price, Pierre Puvis de Chavannes. New York, Rizzoli, 1994, vol. 1; Serge Lemoine (ed.), De Puvis de Chavannes à Matisse et Picasso. Vers l’art moderne. Paris, Flammarion, 2002.
Bibliografía
1965. Tableaux, dessins et bronzes français dans la collection de Monsieur Antonio Santamarina. London/Bradford, Percy Lund, Humphries & Co., p. 14, reprod. p. 15.