Comentario sobre Descanso en la huida a Egipto
Este paisaje con punto de vista alto y conformado por una sucesión de planos que culminan en la lejanía es una buena muestra de la solución que aplicaron los pintores flamencos a comienzos del siglo XVI cuando este género pictórico estaba naciendo. El horizonte alto deja apenas ver una pequeña faja del cielo y permite mostar una serie de escenas que culminan en el último plano donde se desarrolla un extenso panorama con suaves colinas. En el plano medio se ve un grupo de soldados que avanza hacia una zona donde se ven diversos campos con pequeñas figuras de labriegos arando y sembrando; a la derecha, en un campo plantado de trigo, un hombre lleva un niño en sus hombros; se distingue también un molino de viento y un grupo de casas alrededor de una plazuela donde una mujer gesticula desesperada ante un soldado que ha arrebatado un niño mientras otra levanta sus brazos llamando la atención; a la izquierda, un molino de agua y algunos personajes se destacan contra un alto peñasco rocoso. En el primer plano se puede reconocer a la Virgen descansando con el Niño en su regazo y junto a ella una canasta y un hato, a San José que recoge agua a la derecha y el burro pastando a la izquierda; la escena puede ser inmediatamente relacionada con la historia de la huida a Egipto que aparece mencionada en el Evangelio de San Mateo (2, 13-18). Allí se relata la matanza de niños ordenada por Herodes que provoca esta huida y que explica las escenas del avance de los soldados y aquella del soldado, el niño y las mujeres. La del campo de trigo se relaciona con un legendario milagro que da cuenta de que, cuando la Sagrada Familia pasó en su fuga cerca de un campo donde un hombre trabajaba, María le pidió que dijera a sus perseguidores que los había visto pasar mientras sembraba. El trigo creció instantáneamente y estaba a punto de ser cosechado cuando los hombres de Herodes interrogaron al campesino de modo que, ante la visión de las espigas maduras, abandonaron la búsqueda. Este episodio, cuyos orígenes desconocemos (1), es incluido en las representaciones del tema junto a otros como el del ataque de los salteadores de caminos, el del dragón asustado, el del milagro de la palmera o el de la caída de los ídolos.
La composición de nuestra obra y la solución de este paisaje, así como ciertos detalles como el molino de viento, un árbol solitario, los conejos que corren en el campo o la canasta con el hato de viaje pueden asociarse a la producción de Joachim Patinir (2), artista que es considerado el iniciador de estas obras en las que el paisaje se convierte en protagonista junto a personajes de pequeñas dimensiones que remiten a una historia. Pintó terrenos salpicados de formaciones rocosas fantásticas que se combinan con pequeños poblados y aldeas, campos cultivados, habitados por figuras de campesinos, santos y ermitaños y suaves montes en la distancia. En ese paisaje aplicó una solución basada en el color para resolver la representación de la profundidad: dividido en tres planos sucesivos, el primero recibe tonos de tierras y ocres, el segundo es tratado con diferentes verdes y finalmente se usan tonos de azul para el del fondo.
Relacionando nuestra Huida… con otras obras del artista, debemos decir que aquí no aparecen algunos detalles muy importantes como la representación cuidadosa en el primer plano de diversos ejemplares vegetales cuyas diferentes especies pueden ser identificadas (3) y cuya presencia ya agrega significación a la obra. En nuestro caso solo vemos un cardo y una zarzamora además del arbusto detrás de la figura de la Virgen.
La obra, antes en la colección Santamarina, ingresó al Museo como Patinir; pero no hemos podido establecer detalles de su procedencia. Los elementos que hemos considerado nos llevan a mantener esta atribución tradicional y creemos que para formular una opinión más certera en un caso tan difícil como el de Patinir se hace necesario un análisis más riguroso.
por Ángel M. Navarro
1— El “milagro del campo de trigo” es mencionado ya en el siglo XIII y la historia de la huida a Egipto aparece enriquecida en los evangelios apócrifos, especialmente en el Pseudo Mateo (cap. 17-24) y el Evangelio Árabe de la Infancia de Cristo (cap. 10-25).
2— El molino se ve en su obra de la Gemäldegalerie, Berlín, el árbol en la de los museos de Copenhague y del Prado, donde también aparecen los conejos, mientras que el hato y la canasta aparecen en todas las que tratan este tema y se atribuyen a Patinir.
3— Véase: R. Falkenburg, Joachim Patinir. Landscape as an Image of the Pilgrimage of Life. Amsterdam/Philadelphia, John Benjamins, 1988, p. 29 y ss.
Bibliografía
1994. NAVARRO, Ángel M., La pintura holandesa y flamenca (siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 60-62, reprod.
2001. NAVARRO, Ángel M., Maestros flamencos y holandeses (siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, p. 62-64, reprod. color.